Capitulo 8: Quebrantada

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Catalaia Archer

Creo que me estaba volviendo loca. Había perdido la cordura por completo. Me dolía horrible la cabeza y de solo abrir los ojos, creo que estaba en otro de mis sueños o pesadillas. Ya no tenía idea de que podía ser. Solo sabía que no estaba en aquella horrenda habitación. Mi cuerpo reposaba sobre una cama cómoda, tan cómoda que mi cuerpo se había relajado completamente. Rápidamente había reconocido aquel lugar, si.... definitivamente tenía que ser un sueño. Estaba en mi habitación, esa que compartía con Nathaniel cinco años atrás. Miré hacia el lado y sentí mi corazón como en cuestión de segundos latió fuertemente para luego dejar de hacerlo. Debía de haber alucinado, pero el estaba sentado al costado de la cama en una silla. Era Nathaniel, estaba algo cambiado, algo más maduro pero aún con el rostro triste. De solo moverme un poco rápidamente despertó, ansioso y desesperado se acercó a mi pero inconsciente yo me alejé. El me miraba como si fuera un milagro, como si lo que tuviera en frente fuera lo más grande y yo estaba muy lejos de serlo.

— ¿Cómo estás? ¿Cómo te sientes?

Me quede callada aún en trance. Solo podía mirar todo a mi alrededor. Dándome cuenta que efectivamente no era un sueño, era real. Estaba frente a él, frente a Nathaniel y no tenía idea de que coño decir o sentir. Apreté los dientes, quería llorar y al mismo tiempo gritar. No se si de alegría o de tristeza, solo sabía que no tenía idea de quién o qué era en aquel momento.

— Me has comprado...., nuevamente. — Susurré decaída

— Hubiera hecho cualquier cosa por salvarte de ese infierno. Ahora estamos juntos, nuevamente y te prometo que...

No tenía fuerzas. Apenas podía ponerme en pie pero quería salir corriendo de aquella casa, de su vida, de la vida de todos. Siempre pensé que al verlo nuevamente sentiría felicidad, que era lo único que deseaba más sin embargo al tenerlo en frente me di cuenta que esa realidad estaba muy lejos de ser cierta. No sentía felicidad y mucho menos libertad. Verlo a él, cambiado, con los años en mi y luego en él, me hizo entender que ambos estábamos en planos distintos. Él era el pasado en mi vida y yo en la suya. Y vivir en el pasado es como vivir sin avanzar. Mirándolo a los ojos con seriedad y gelidez comenté.

— ¿Por qué insistes en vivir en el pasado?

— ¿Que? ¿Cinco años sin vernos y es lo que me dices?

— Precisamente porque han pasado cinco años, déjame ir. Soy tu pasado, ahora tú tienes tu presente y lo conozco muy bien.

Intenté levantarme para irme pero él me lo impidió. No quería estar ahí, no quería pasar por la vergüenza de sentir que estaba en una casa que ya no era mía, un hogar que le pertenecía a otra. El me preguntaba a dónde iría y la verdad es que no tenía idea. A donde fuera menos en esa casa. No quería seguir allí ni un solo segundo más. Me sentía tan ajena, tan fuera de lugar que jamás pensé que volver fuera tan incomodo para mi. Mucho menos deseaba que mi hija me viera en el estado en el que me encontraba. Me dolía, me dolía mucho entender cuál era mi lugar pero era mejor así que intentar construir algo que ya no tenía arreglo.

— Catalaia, amor tenemos que hablar. No puedes irte así. Necesitas ir a un médico, te ves mal. Necesitamos denunciar a esa mujer y...

Rápidamente lo interrumpí decidida a soltarlo, a dejarlo ir y que fuera feliz. Ya había amanecido y quería ver ese amanecer como el inicio de una vida distinta a la que yo tenía. Quería dejarlo atrás así como él me olvidó, así como él siguió su vida. Él intentaba acercarse pero yo lo quería lo más lejos posible de mi. Verlo me dolía, estar allí me dolía. Haber sido reemplazada me dolía, vivir me dolía.

— Has llegado tarde, Olvídate de mí. Déjame en paz, sigue tu vida, ya no está ligada a la mía.

— Eres mi esposa

Catarsis Where stories live. Discover now