✿ Capítulo 13 ✿

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Cuando dirigí la conversación hacia lo que yo quería, ella se mostró muy renuente y señaló que lo sucedido en mi auto era un error. Ante esto, decidí insistir.

Me senté frente a ella, a menos de un metro de distancia. Pude percibir que, de nuevo, al estar cerca de Margarita se ponía muy nerviosa. Aparte de temblarle las manos, tenía un gesto que se volvió muy característico cada vez que la miraba de manera fija.

Me acordé de que años antes, cuando un amigo de mi hermana de la academia venía a mi casa a estudiar, junto con Margarita y otros tantos, ella solía jugar con su labio inferior, relamiéndose los labios y mordiéndoselos con los dientes cada vez que el tipo le hablaba. Ese gesto suyo, más la cara de tontita y los ojos llenos de emoción, eran un indicativo de que se le caía la baba por él. Y para disgusto mío, obvio.

Recuerden que a mí empezó a gustarme ella desde que tenía ocho años. Podrá sonar prematuro, pero siempre me había caracterizado por ser más precoz y observador que el resto de los chicos de mi edad, y mi gusto por el sexo opuesto no fue la excepción.

Al poner mis ojos en Margarita siendo tan solo un niño, me fijaba en detalles de ella, que para el resto podían pasar desapercibidos. Fue así como ese gesto de labios de ella cuando le gustaba un chico hacía años atrás, volvía a repetirse ahora, frente a mí. ¡Qué alegría!

Con todas estas pruebas de mi lado, me confesé: le dije que me gustaba. Pero Margarita seguía en sus trece. Decía que no podía ocurrir nada entre nosotros, que si la diferencia de edad, que si malinterpreté todo... ¡Dios! ¡Me sacaba de mis casillas!

Ya tenía suficiente con haber esperado todo este tiempo por ella. Ya tenía bastante con todos estos sentimientos que me embargaban. Y lo mejor de todo: ¡ya estaba demostrado que yo le gustaba! ¿Por qué insistía ella en negarse ante lo evidente?

Ahí mismo, me levanté de la mesa de la sala y me dirigí a la ventana. Necesitaba respirar aire fresco, ordenar mis pensamientos y mis sentimientos, y repensar qué estrategia usar. Así que, decidí sincerarme: contarle todo lo que había pasado en estos años y lo que sentía por ella. Total, ¡qué más daba! Había soñado más de una vez con esta situación y, aunque las cosas no estaban saliendo a mi favor, debía usar todas mis armas.

Ella tenía que saber lo que me había pasado. Debía enterarse de que había estado enamorado durante todos estos años y lo que esto me había hecho sufrir. Si no se conmovía siquiera una pizca ante esta confesión, ya no insistiría más, pero no me iría de su departamento sin soltar todo esto que había guardado durante tanto tiempo.

Cuando le hablé de estos sentimientos y de todo el dolor que tuve que pasar al verla con otros hombres y, más aún, al enterarme de su matrimonio de hacía años, pude ver que se sorprendió mucho. Y no solo eso, se emocionó. Sus ojos brillaron como nunca le había visto antes, un buen indicativo de que las cosas marchaban bien, así que seguí adelante.

¿Qué podía decirle? Todo se resumía en cuatro palabras: ‹‹Me enamoré de ti››. Aunque no se lo confesé de ese modo, porque tenía miedo de que sonara muy cursi y no me considero así. Continué diciéndole que me alegró mucho que se estuviera divorciando de su marido. ¿Para qué negarlo? ¡Estaba más que encantado que hubiera decidido sacar de su vida al hijo de puta ese! Finalmente, le conté que estaba muy feliz, porque sentía que con el beso que nos habíamos dado hacía unos instantes, veía concretadas todas las ilusiones que había tenido con ella por tantos años.

Creo que hasta grité de la emoción. Y era que, ¡mierda! ¡Me era imposible contener toda esa felicidad que me embargaba! Si por mí fuera, me hubiera puesto a saltar esa misma noche encima de los cojines de sus sofás como un niño. Quizá, cogerla del brazo y ponernos a bailar un vals de esos de quinceañeros cursis de las mujeres. O, ¿quién sabe?, literalmente, lanzar por la ventana de su departamento cualquier cosa que encontrara a mi delante.

Yo que sé. ¡Estaba eufórico y ya!

Luego de tranquilizarme, me acerqué a Margarita y le hice hincapié en que sabía que mis sentimientos hacia ella me eran correspondidos. Y no se negó esta vez. De esta manera, decidí continuar con lo que habíamos dejado pendiente en el carro. La besé no una, sino varias veces más, y esta vez me correspondió sin chistar.

En ese momento, mi relación con ella comenzó. Y puedo decir que, desde esa noche, soy el hombre más feliz sobre la faz de la Tierra. Porque la mujer por la que tanto esperé, por la que tanto sufrí, por la que tanto me ilusioné, me correspondía, al fin. ¡Ella me quiere! Y yo a ella, como nunca quise a ninguna.

Pero, todo esto que cuento se ha visto empañado desde hoy en la tarde, cuando me enteré de algo que me confesó mi exnovia: está esperando un hijo mío.


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Anotaciones finales

Ya conocemos lo que pensaba Luis la noche de su confesión, cuando se reencontró con Margarita. Así termina de explicarse por qué actuó tan rápido en esa ocasión, ya que más de uno puede preguntarse "Oh, qué rápido se reencontraron Luis y Margarita, se besaron y empezaron su relación". Y sí, pero todo tiene un porqué en esta historia.

 Y sí, pero todo tiene un porqué en esta historia

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Decídete, Margarita [Saga Margarita 1] ✓ - [GRATIS]Where stories live. Discover now