✿ Capítulo 13 ✿

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Nota de la autora:

Aquí continuamos con el punto de vista de Luis. En esta parte, con lo que él pensaba y sentía el día en que se confesó a Margarita. 

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Luis

Luego de besarnos Margarita y yo, se sintió desconcertada. Podía percibirlo, ya que, inmediatamente después, se fue del auto con dirección a su departamento, sin mirarme. Tanto era su nerviosismo, que me fijé que estaba buscando con desesperación en su cartera las llaves para entrar a su casa, sin éxito alguno.

¡Dios! Parecía una adolescente nerviosa a la que le hubieran dado su primer beso. ¡Cuánta ternura desprendía! Pero no podía quedarme ahí contemplándola. Tenía que seguir con lo que había comenzado. Ya no había marcha atrás.

A poco de llegar donde ella, se le cayó el bolso de la mano. Su nerviosismo era muy evidente. Hasta las manos le temblaban de solo darse cuenta de que yo estaba ahí, a pocos metros de ella. Un indicativo, de otros tantos ya, de que no le era indiferente.

Levanté su cartera del suelo y se la entregué. Me lo agradeció sin seguir dirigiéndome la mirada. Luego, decidí cambiar la situación.

Debíamos hablar de lo ocurrido de una vez y tenía que ser esa noche sí o sí. Al principio, se mostró renuente, pero no estaba dispuesto a aceptar un ‹‹no›› como respuesta.

Esa noche estaba yo muy impaciente, como nunca lo había estado con ninguna otra mujer. Y si las cosas con Margarita habían avanzado hasta donde estaban, debía saber qué era lo que podía obtener de todo lo ocurrido con ella: si un beso o algo más... Y no me malinterpreten.

Déjenme recordarles que llevaba más de diez años enamorado de mi Margarita.

Quisiera que cualquier persona, hombre o mujer, estuviera en mi situación y pudiera comprenderme. Más aún, si esa persona se diera cuenta de que ese gran amor de su vida empezaba a fijarse en ella, ¿cómo se sentiría? ¡Más que feliz, supongo! Y en mi caso era así. Una gran alegría, euforia e impulsividad estaban embargándome. Una mezcla de tantos sentimientos que me eran tan difíciles de asimilar y de describir.

Pero solo una cosa me quedaba clara: debíamos hablar sobre el beso que nos habíamos dado, sumado a que, esa noche quería soltar todo lo que había sentido por ella durante tantos años. ¡Estaba decidido a todo! Ya lo que viniese después se lo dejaba al destino, aunque albergaba la esperanza de que no me fuera adverso.

A tanta insistencia mía, subí al departamento de Margarita para conversar.

Su casa era un lugar sencillo, ordenado y limpio, adornado con un toque femenino tan característico en ella. Si algo me gustaba tanto de Margarita era lo delicada y femenina que era. Su departamento era una fiel muestra de eso. En especial, capturaron mi atención las pequeñas macetas de flores de margaritas que tenía colocadas en varios rincones de la sala y de las ventanas. Cuando las vi no pude evitar sonreír. Sonaba chistoso: ‹‹Margarita cultivando margaritas››. ¡Si hasta parecía un refrán!

Tuve que contener la risa al pensar en aquello, ya que no quería parecer descortés. No podía distraerme en pequeños detalles. Estaba ahí para hablar sobre lo ocurrido en mi carro y sobre nuestros sentimientos, no sobre flores.

Me senté en el sofá de dos cojines de la sala, esperando a que Margarita hiciera lo propio a mi lado. Pero, para decepción mía, se sentó en el sillón frente a mí, de un solo asiento.

Decídete, Margarita [Saga Margarita 1] ✓ - [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora