✿ Capítulo 3 ✿

66.8K 2.2K 495
                                    

No tuve mayor tiempo que pensara. El perrito empezó a morder inquieto el asa de mi cartera que había dejado sobre el sofá de la sala.

—Ohhh, no hagas eso. ¡No! —grité dirigiéndome adonde estaba mi bolso para salvarlo del cachorro.

—¡Luchito, mete a tu perro al patio, anda!

—Bah. No es nada, mamá —dijo Luis mientras cogía al perro con una mano—. Y no me digas Luchito. Sabes que detesto que me llamen como un niño pequeño cuando ya no lo soy —acotó muy ofendido.

—Para mí siempre serás mi Luchito —señaló muy orgullosa.

—¡Mamá, por favor! —enfatizó—. Para saciar tus deseos de ver a tus hijos aún en pañales ya tienes a Memo. Que, por cierto, ya era hora de que se le viera el cacharro(1) por aquí.

En esos instantes, entró un niño de unos ocho años con un skate en la mano. Físicamente me recordaba mucho a mi amiga cuando era pequeña, de no ser por los ojos marrones en su rostro, tan grandes, pícaros y vivaces, los cuales compartía con Luis.

—Hola a todos —saludó el pequeño mientras se dirigía a su hermano y trataba de sacar al perrito de su brazo—. Ya estás aquí, Big. Te he estado buscando por todos lados.

—¿Ah sí? ¿Y por qué sería? —dijo Luis, a su vez que alzaba al cachorro con sus dos brazos en lo alto, poniéndolo fuera del alcance de su hermano—. ¿A dónde demonios te fuiste? ¡Te dejé al cuidado de The Notorius B.I.G. y te largaste! De no ser por esta bella dama —refirió, mirándome con su pícara mirada, haciendo que me ruborizara por enésima vez—, mi perro se hubiera perdido. ¡Eres un irresponsable!

—Me fui solo un momento a comprar helado en la tienda de la esquina. Cuando volví, Big ya no estaba, así que con mis amigos fuimos a buscarlo en todo el parque.

—¡Mentiroso! —exclamó aun escondiendo al cachorro de su hermano—. Te fuiste por ahí a jugar, descuidándolo.

—¡Mamá, Lucho me está llamando mentiroso! —dijo chillando.

—¡Bah! No eres más que un mocoso malcriado —siguió picándole Luis al pequeño Guillermo, mientras continuaba dejando fuera de su alcance al cachorro.

—¡Ya dejen de pelear! ¿No ven que tenemos visita? ¡Compórtense los dos!

Solo sonreí. Los dos parecían niños pequeños jugando a pelearse.

—Por mí no se preocupe, señora —afirmé, tratando de tranquilizar los ánimos al observar ese panorama tan peculiar.

—¡Dios santo! A pesar de ser hombres, estos dos se llevan fatal. Discúlpame, Margarita.

—Repito, no se preocupe, señora. Es más, es bastante chistoso verlos así. Lo que yo hubiera deseado por tener un hermano con el cual pelear.

—Si deseas, te regalo a este granuja —señaló Luis, dejando al perro en el suelo para luego llevar a su hermano en su hombro, mientras Guillermo trata de zafarse de él. ¡Qué espectáculo!

—¡Suéltame, abusivo! —gritaba el niño mientras le daba a su hermano golpes en la espalda con sus manos.

En un instante, Luis estaba en frente de mí con su hermano y lo colocó a mi lado.

—Toma. Luego vengo por un lazo rojo para amarrarlo al cuello y que quede como un regalo decente —dijo sin quitarme la vista de encima—. Aunque, después, te daré un regalo mejor.

Me sentí intimidada de nuevo.

—¡Idiota! —exclamó Guillermo, yéndose de mi lado y escapándose hacia otra habitación.

Decídete, Margarita [Saga Margarita 1] ✓ - [GRATIS]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora