𝟯𝟱

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Un largo suspiro abandonó sus labios cuando golpeó de rodillas el suelo, Anna observó el desastre frente a ella con disgusto, con manos temblorosas, ella comenzó a recoger el desorden que había llegado a causar.



—Majestad, por favor, permítame —el incesante pitido en sus oídos solo cesó cuando Marian apareció frente a su cara, la preocupación de la muchacha fue evidente cuando se agachó a su lado para levantar las piezas rotas—, no tiene que—



No, sí tengo que.

Aunque casi todo lo hizo la doncella, pues Anna no había parado de temblar, permaneció ahí en el suelo, se sintió avergonzada al recibir la mirada de la muchacha más de una vez. ¿Cuándo se había visto a la reina siendo tan servicial?

Cuando Marian le miró por séptima vez de aquella forma extraña, Anna había tenido suficiente, se puso de pie para abandonar la habitación sin más. Casi siguió el impulso de llamar nuevamente a Elsa para intentar hablarle una vez más, pero al recordar la expresión vacía e irritada de la niña antes, Anna se arrepintió.

El tono de voz tan cargado de desdén cuando, una vez más, le había dicho que no quería absolutamente nada de su parte, hizo que Anna retrocediera en su deseo por seguirle entonces.

Anna salió de la habitación con rapidez, no miró hacia atrás ni una vez, los pasos apresurados de su escolta le hicieron saber que era seguida aún así. Su expresión volvió a ser la misma, fría e inflexible, recuperó su postura cuando estuvo delante de alguien más. Los sirvientes que se cruzaron en su camino simplemente se apartaron o se encogieron en sus sitios, esperando no ser notados. Anna ignoró todo a su alrededor mientras andaba, tan concentrada en no desmoronarse como para siquiera observar a alguien más.

La sensación sofocante no había desaparecido, su corazón estuvo tan agitado que temió que en algún momento saliera de su pecho, Anna apretó una mano sobre éste, buscando calmar su respiración cuando finalmente estuvo frente a la puerta de su estudio.



—¡Ay! ¡Lo siento!



Giró la cabeza hacia donde Marian intentaba abrirse paso entre los dos alfas que eran su escolta, Anna frunció el ceño al verle ir corriendo con la charola de los restos de su pastel de antes. Realmente no quiso que le plantaran su fracaso en la cara.

Anna abrió la puerta para entrar al despacho, ignorando que la doncella intentó alcanzarla, estuvo a punto de cerrarle la puerta en la cara, pero decidió no hacerlo cuando Marian apareció con una tímida sonrisa detrás de la charola que sostenía en alto.



—¿Por qué sigues aquí? —inquirió sin darle una segunda mirada, Marian entró felizmente al estudio de la reina, cerró la puerta a su espalda para después quedarse quieta en el centro de la habitación. Anna, quien había caminado hasta su silla detrás del escritorio, decidió mirarle—. ¿Y entonces? —exigió.

—Perdóneme, Majestad… —la doncella ofreció, dando un par de pasos hacia adelante, Anna solo pensó en lo mucho que se disculpó todo el tiempo—… solo creí que-pensé en que… bueno, con lo que sucedió-lamento el atrevimiento, p-pero… —Anna esperó pacientemente aunque la muchacha solo estuviera balbuceando, no le interrumpió para hacerle saber su disgusto, lo cual le hizo sentirse bastante bien al darse cuenta de que era más tolerante—. Pero creí que no querría estar sola.



La habitación quedó en silencio después de la declaración de la muchacha, Anna parpadeó un par de veces hacia Marian, quien parecía arrepentirse de haberle dicho algo pues su expresión se transformó en una de puro horror cuando de la reina no obtuvo nada.



𝐈 𝐖𝐀𝐒 𝐌𝐀𝐃𝐄 𝐅𝐎𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐈𝐍ʼ 𝐘𝐎𝐔 ━━━ 𝐞𝐥𝐬𝐚𝐧𝐧𝐚Donde viven las historias. Descúbrelo ahora