𝟭𝟵

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Pasó los dedos por la dura madera de los reposabrazos del trono, soltando una risa. Todos se tensaron al oírle reír de manera tan excéntrica, la reina se llevó una mano a la cara para tratar de cubrirse. Parecía más adolorida que divertida.


—Entonces… —chasqueó con la lengua. El ambiente de por sí era pesado, gran parte de los presentes eran alfas. Y estar en presencia de una alfa de sangre pura que suelta libremente sus feromonas molestas solamente causaba que los demás se mantuvieran ansiosos. Los betas eran los más calmados, pero todavía sin atreverse a levantar la mirada—… tú, estás diciendo que mi omega, mi dulce omega —tragó, su garganta se sentía apretada—, ¿se lo buscó? —se burló—. ¿Eso es? Vuélemelo a repetir.


El hombre estaba arrodillado a unos metros del trono, al pie de las escaleras. Dos guardias lo sostenían de los hombros, obligándole a permanecer de esa forma, tenía sus manos unidas por las pesadas cadenas, llevaba grilletes en sus tobillos. El tipo ni siquiera se atrevió a mirar a la reina.

Balbuceó apenas una respuesta, Anna apretó la mandíbula con fuerza porque el hombre había estado repitiendo lo mismo desde que iniciaron, cada vez parecía decirlo de forma más temerosa, nerviosa e incluso parecía haber empezado a llorar. No debía hacer esto, podía simplemente mandarlo a pudrirse al rincón más oscuro del reino o matarlo. Pero no, debía darle una lección a todos.

Debía hacer que vieran, que se enteraran, nadie podía meterse con lo que le pertenecía. Nadie iba a poner sus manos sobre su omega, nunca más. Anna iba a arrancarle las manos a aquel que se atreviera, todos debían saberlo.

Levantó una mano con una orden clara, el guardia de su lado izquierdo que mantenía al hombre arrodillado, lo mandó al suelo de un golpe.


—Esto será una lección para todos —gruñó, señalando al hombre con desprecio—, no se tolera la traición. Me han jurado su lealtad, respeto y obediencia —hizo que todos le miraran, poniéndose de pie—, a mí, la reina —Anna descendía de las escaleras con la mirada vagando por toda la sala—. Este hombre ha violado ese juramento —señaló de nuevo, su pie se presionó en el rostro del alfa que gemía de dolor—. Y será castigado por eso, todos vean.


Miró al guardia que antes sostenía al hombre, dándole un asentimiento. Levantaron al alfa para llevárselo entre dos, Anna había dado órdenes claras de que hacer. Y solo volvió a hundirse en el trono cuando todos abandonaron la sala, un par se quedó custodiando las puertas. Kai se mantuvo fiel a su lado.

El aire todavía apestaba a feromonas nerviosas de todos los que estuvieron aquí presentes, olía a ansiedad, desesperación. Anna se disgustó más, había pasado un buen rato escuchando las estupideces del canalla. Y quería mandarlo a matar desde un inicio.

¿Cómo se atrevía a decir que la omega había sido quien le buscó? Anna se volvió a reír de solo recordar el rostro lloroso del hombre, recibiendo una mirada angustiada de Kai. El sirviente estaba de acuerdo en que la reina mostrara su autoridad. Después de todo, nadie debía pensar que la reina era débil o permitía tales actos. Y Anna estaba gustosa de demostrarlo. Aún así, Kai estaba preocupado por nunca haber visto la faceta molesta de la reina.

Anna gruñó hacia el beta, pidiéndole que preparara un baño. Le había prometido a la omega volver a la habitación para verla. Y no quería apestar a la desesperación de otros.

Se llevó una mano a la cara, hastiada. Se sentía de mal humor, cansada, tenía ganas de romperle la cara a alguien. Pero no se iba a ensuciar las manos con escorias como aquellas, no demasiado. Anna se quedó en el trono, mirando hacia nada en particular.

Había puesto a Ryder a las puertas de su habitación mientras que Hans estaba vigilando que sus órdenes se llevaran a cabo. Debía estar tranquila porque el asunto estaba solucionado, pero solo se sintió inquieta desde que había soltado a la omega.

𝐈 𝐖𝐀𝐒 𝐌𝐀𝐃𝐄 𝐅𝐎𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐈𝐍ʼ 𝐘𝐎𝐔 ━━━ 𝐞𝐥𝐬𝐚𝐧𝐧𝐚Where stories live. Discover now