𝟭𝟯

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Levantó la barbilla, mirando hacia el campo libre. El atardecer pintaba el cielo en tonos cálidos, se echó la mano por sus cabellos cobrizos. Había estado admirando el cielo aún cuando este era de un azul claro, el brillante sol le hizo calmarse todo el tiempo. Y salir a las afueras de su reino siempre fue agradable; se sentía tan natural salir del castillo. Ya no podía hacerlo más como antes, lo sabía.

Hubo otra fuerte discusión con su madre, habían pasado un par de semanas desde su maravillosa boda. Y la alfa que le dio la vida se cansó de verla siendo una grosera, sus palabras. Mientras le gritaba a Anna que era una descuidada por abandonar a su omega tantos días, la reina se levantó bruscamente de su trono. Le tiró algunos pergaminos que había estado sosteniendo antes, Anna se arrepintió al instante. Observó con horror como la expresión de su madre se convertía en una más decepcionada; no había furia, solamente vergüenza en sus rasgos.

Observó a la alfa abandonar la sala, Anna se sentó de nuevo en el trono. Con las manos en la cara mientras trataba de calmarse, porque aún después de ver el mal que hizo al lastimar a su madre con un par de pergaminos, la molestia creció dentro de ella. Y Anna se odió por no poder tener el control. Sus botas hicieron eco en la sala cuando se levantó, dando pasos rápidos hacia fuera. Algunos de los guardias se tensaron al verla tan molesta, pero Anna los ignoró en su recorrido hasta los patios traseros. Más allá de los terrenos del castillo era donde Anna estaba.

Sabía que su comportamiento con su madre era irrespetuoso. Escuchó a su madre reprochar que no le había educado así mientras salía de la sala. Y Anna sintió tanta vergüenza. Pero su ira fue más grande.

La ex monarca se presentaba ante ella con palabras filosas mientras le insultaba por no prestar atención a una omega que, muchas veces recalcó, no quería. Anna no quería casarse; nunca quiso. Y fueron ellos lo que le llevaron ahí. Si la omega necesitaba atención, entonces que fueran ellos que se la brindaran.

Se tragó las palabras con fuerza, porque sabía que si se soltaba, serían más gritos. No tenía la cabeza para peleas acaloradas con su madre, no delante de su guardia real. Hans le había seguido de cerca, su escolta siempre fiel. Pero Anna le hizo saber que seguiría sola, fue como llegó ahí.

Anna había estado evitando encontrarse con la omega desde aquella noche en la que tuvo que abandonar su propia habitación en medio de la noche. Anna intentó darle una lección a la omega, metiéndose en la misma cama, pero finalmente Anna tuvo que abandonar el sitio infestado por aquel dulce aroma que tanto le irritaba.

Omegas, siempre fueron exageradamente dulces. Nunca le gustaron.

Su mandíbula se apretó, recordando nuevamente que ahora estaba atada a una omega por el resto de su vida. La indignación.

Una alfa de sangre pura que también era reina, forzada a casarse con una omega.

Su garganta ardió, pero Anna no permitió que las lágrimas que picaban en sus ojos se resbalaran. Suspiró profundamente, pasándose las manos por sus ropas. Alisando invisibles arrugas mientras decidía que era hora de volver. Se había permitido un largo descanso, pero había asuntos que le esperaban.

No se acercó de nuevo al comedor real durante todo ese tiempo. La omega estaría recibiendo de vez en cuando las comidas al lado de su madre. Pero había escuchado también que últimamente se quedaba mucho en la habitación.

Fue la razón por la que su madre había venido a ella para reclamarle. Por descuidar a su omega, estuvo a punto de contestar que no era su omega. Pero recordó donde estaba sentada, por quienes estaba rodeada; se quedó callada, permitiendo que su madre le gritara lo irresponsable que estaba siendo con su matrimonio. Su ceño se había fruncido intensamente mientras se mordía la lengua para no hablar. Pero finalmente se cansó, sin darse cuenta estaba arrojándole cosas a la persona que le dio la vida.

𝐈 𝐖𝐀𝐒 𝐌𝐀𝐃𝐄 𝐅𝐎𝐑 𝐋𝐎𝐕𝐈𝐍ʼ 𝐘𝐎𝐔 ━━━ 𝐞𝐥𝐬𝐚𝐧𝐧𝐚Where stories live. Discover now