Capítulo Extra 2.

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El cuento más corto del mundo 🌏

Estoy algo nerviosa, no es la primera vez que veo a Marcos, pero se siente algo extraño que él y yo estemos hablando con tanta cercanía. Ana me pidió que cuidara a Eros y yo no me negué, claro no lo voy a cuidar sola, sino que también va a estar su bello padrino; Marcos.

Preparo la cena de mi padre y de mi madrastra, aunque no nos llevamos muy bien, hacemos todo lo posible por ser civilizadas en esta casa, antes la llamaba "rana babosa" pero ahora le digo "la insoportable" es un avance si seguimos así le pondré un apodo menos ofensivo como "inservible" estamos progresando. Como todos los días yo preparo las cenas y algún desayuno cuanto tengo tiempo, salir aquí en bus es muy complicado, por lo que tengo que levantarme muy temprano para poder llegar a tiempo a la Universidad, a veces me quedaba en casa de Ana, pero no puedo siempre y no es que ella no quiera, tampoco es que me dé pena, el problema es la insoportable ella no sabe atender a mi papá «tengo la esperanza que se canse de mí y se vaya».

Coloco lo necesario en la licuadora para hacer un jugó de fresas. Como siempre olvido ponerle la tapa a la licuadora y quedo bañando de agua dulce y trocitos de fresa sobre mi cabello «soy un desastre en vivo». El tono llamada de mi teléfono me hace girar al mesón donde reposa el mismo. Seco mis manos con pañuelo y pongo en altavoz la llamada.

—¿Aló? —pregunto. Sigo limpiando mi rostro con el pañuelo.

Kaka, ¿dónde cuidamos a Eros? ¿En tu casa o en la mía? —Observo mi pequeña casa y pienso en la insoportable de seguro que mi desastre será más notado gracias a sus comentarios de mal gusto—. Eri...

—Oh. Eh sí. En tu casa...

—Erika dice Patricia que no tardes mucho con la cena, debe comer temprano por algo de su dieta. —dice mi papá mientras busca una fruta.

—Papá estoy... Un momento ¿quién es Patricia? —Lo miro fijamente.

—La única mujer a parte de ti que vive en esta casa.

—Oh hablas de la insoportable. Ya había olvidado que tiene nombre. —Le doy una muy inocente sonrisa.

—Erika... Sigo aquí. —«¡Marcos!».

—Sí Marcos no lo olvidé. —contesto.

—Oh ¿hablas con Marcos? —asiento—, ¿el mismo del que me hablabas todos los días?

—Papá... —me quejo.

—Perdón, no es intencional —empieza a salir de la cocina—. Erika hija, tienes fresa en el cabello.

—Papááá... —el sonríe.

—Me cae bien tu papá. —sonrío al escucharlo.

—Entoces ¿buscas a Eros y yo voy directo a tu casa? —propongo.

¿Qué? No. Vamos los dos a buscar a Eros.

—Es imposible Marcos, Ana dijo a las seis y salir a esta hora me va a costar estar temprano allí.

¿Quién dijo que te ibas a ir en bus? Yo paso por tí ¿dime a qué hora?

«¿Qué...? Esto debe ser un jodido sueño».

—En media hora está bien. —contesto tranquila aunque los nervios me consumen.

—Muy bien.

Término de preparar la cena y le sirvo a las dos personas que van a comer en casa, porque yo no tengo hambre, tengo tantos nervios de encontrarme con Marcos que he comido muchas galletas de Oreo «al diablo con la figura, sólo quiero comer galletas». La insoportable no ha dejado de decir comentarios acerca de mi apariencia, lo que me parece estresante porque aquí la que parece una rana babosa es ella.

A, B, C... Un niño cambió mi vida |COMPLETA|Where stories live. Discover now