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Regresó
Marcos y Erika.

Nunca se piensa en el día después de la celebración, el mundo no necesitaría tanto jugo de tomate si pensara en el día después de los tragos.

—¡Me duele mucho mi cabeza, Ana...! —Jonny se quejó tota la mañana por culpa de la resaca—, ¡tengo ganas de vomitar!

—Si tienes ganas de vomitar ve al baño —recomendé  antes de que hiciese desastres—. Sólo a ti se te ocurre tomar demasiado.

—No fue "demasiado", solo unos cuantos tragos. —Trató de defenderse.

—¡Mentiroso! —ataqué, entrecerré los ojos—, "¿sabes que te amo? ¿Ya te he dicho que te amo? Te amo, ¿lo sabes?" —hice una mala imitación de su voz.

—Shhh, no grites, Aba... —Escondió su cabeza debajo de la almohada.

—No lo hago, Jonny...

—Sí lo haces... ¡Te amo! —Me haló a él y me besó.

¿Debía cocinarle algo? Una mujer con grandes ánimos lo habría hecho. Pero la verdad es, que lo único que quería en ese momento era dormir, tuvimos una noche larga entre bebidas, dulces y amigos qie corrían por todo el salón de fiestas, cabe destacar, que todos estábamos ebrios, ¿cómo llegamos a casa? Bueno, pedimos un taxi porque nosotros no íbamos a manejar en ese estado.

—De amo, papá, mamá —dijo Eros. Agarró la nariz de Jonny y la apretó—, papá casa.

Eros me suplicó que Jonny se quedara, con sus grandes ojos azules llenos de brillo e ilusión. Los miré por varios segundos, son las únicas personas con las que deseaba despertar diariamente.

Eros tomó mi mano pidiéndome que Jonny no se fuese, aunque no entendía por qué, si no era mi culpa que su querido papi se alejara, siquiera el mismo Jonny era culpable.

—Vas a regresar con nosotros, ¿cierto? —pregunté a Jonny, quien tenía un bolsa con hielo en la cabeza. Muy eficiente para esas ocasiones.

—¿Por qué no lo haría? —Apenas lo dijo me lancé sobre él y le di besos por toda la cara, gesto que Eros imitó mientras sonreía. Aprovechando la situación, tomé otra foto.

Alguien interrumpió nuestro hermoso momento cuando tocó el timbre del apartamento, con el mayor fastidio que podía existir en mi ser, me levanté de la cama, porque sabía que Jonny no lo haría y anduve hasta la puerta para abrirla.

Sin importarme mucho mi apariencia la abrí, quedé perpleja al ver a la persona frente a mí, para ser un poco sincera, no lo esperaba allí, él me miraba con unas bolsas que desprendieron un encantador aroma. Isaac llevaba una sonrisa muy pronunciada llena de muchos sentimientos.

«Ups», pensé.

—Dicen que para el despecho es bueno una rica comida —dijo, alzó las bolsas que traía en las manos.

«¿Despecho? Oh, cierto, yo le comenté a Isaac sobre la boda de Jonny y lo mucho que me afectaba» deduje, ¿cómo decirle a una persona de forma educada, no tan formal, pero exacta, que esa persona por la que tanto lloré, se encontraba en mi habitación jugando con su hijo?

A, B, C... Un niño cambió mi vida |COMPLETA|Where stories live. Discover now