Capítulo Extra.

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Errores de sangre. 🚫

Ya han pasado dos días y él no aparece, no escribe, no dice nada. Miro las horas pasar, miro al niño en mis brazos, su delicada piel blanca y cálida ante mi tacto. Nunca había sentido tantas ganas de seguir adelante, quiero cambiar mi estilo de vida, voy a pagar esas deudas y serán mis últimas deudas.

Camino hasta mi pequeña cama y dejo al pequeño bebé allí. Sigo pensando en la posibilidad de que él regrese a buscarme o, sólo regrese por el niño, pero que lo haga. Mi mundo y el de él son muy distintos, pero yo sé que me quiere y me buscará, sé que reconocerá a su hijo frente al mundo, lo prometió.

Lavo los platos en la cocina mientras canto Love of my Life de Queen. Siento que alguien jala con fuerza mi cabello, me recuesta en su pecho y me apunta con un arma muy fría. En mi mente sólo está el Gabriel, mi pequeño bebé.

—¿Dónde está la Plata del jefe? —habla en mi oído.

—Yo... Aún no la tengo. —Veo entrar tres hombres más. Tengo miedo de que encuentren al niño.

—Eso no le va a gustar al jefe —dice uno—. ¡¿La plata?!

—Les pagaré apenas la tenga, pero déjenme... Por favor. —Estoy muy asustada, es la primera vez que esto me pasa.

—¿Por favor? —Se burla el más alto—, por favor. Por favor. Que estúpida eres.

—Yo les pagaré, nunca les he fallado. —Trato de convencerlos.

—Una semana bonita. —concreta el que me está apuntando—, una semana o mueres.

Uno de ellos me golpea en la cara, mi cuerpo cae al piso, aunque en el fondo siento un alivio de que no hayan registrado la casa, mi cara me arde y al mismo tiempo me duele, mi cuerpo pesa, el mundo me da vueltas mientras los veo marcharse. En silencio reposo sobre el suelo y pienso «tengo una semana para pagar esas deudas. Hablaré con mi padre, él lo único que me da es dinero». Poco a poco empiezo a levantarme del piso, aún me cuesta entender de qué manera me iba ayudar el consumir drogas, no lo sé, pero sin importar decidí ahogar mis tristezas en las drogas, en esa sustancia tan destructiva.

Escucho al pequeño Gabriel llorar, lo busco en mi habitación y lo observo por varios segundos. Me acerco para cargarlo y decidida salgo de allí a buscar a Oliver Gil, él me va ayudar, vamos a salir adelante los tres juntos, como una pequeña familia, él me ama, prometió cuidarme, incluso cuando le dije que estaba en espera de un bebé suyo, él dijo que me apoyaría y creo de que es hora de que cumpla. Voy a pagar esa deuda, nada, ni nadie me va a separar de Gabriel.

Empiezo a recorrer los pasillos del buffet Aba, muchas personas me han preguntado a que vengo como lógica de protocolo, dije que tengo un caso de custodia y mi abogado es Oliver Gil, hice de todo para convencerlos que no necesito presentación, les dije que ya había hablando con él previamente y el me citó a su Oficina. Así logro llegar sin problemas.

—Permiso —digo mientras entro. Él está leyendo unos papeles.

—Adelante —contesta sin despegar la vista de esos documentos. Soy feliz viendo como trabaja— ¿qué necesita? Supongo que es importante, porque no anunciaron su presencia.

—Es importante —puntualizo. Carraspeo él levanta la mirada para mirarme.

—¿Qué haces aquí? —Suelta los papeles con molestia sobre la mesa.

—Sé que no te guste que te molesten en el trabajo, pero hace dos días nació tu hijo y...

—¿Mi hijo? —Me siento cohibida.

A, B, C... Un niño cambió mi vida |COMPLETA|Onde histórias criam vida. Descubra agora