Mi hermana se incorporó en la camilla de metal, tomando la bala ensangrentada entre las pinzas.

—Te devuelvo tu bala —hablo hacia el cazador entre dientes, dejando en su mano lo antes mencionado.

—Te quedaste sin venado —le recordé ocasionando un sonoro gruñido de molestia. Ella no podía vivir sin cazar dicho animal.





—No tienen que seguirme a todos lados —comento la morena colocando el candado a su casillero, se dirigía a nosotras; hace pocos segundos la habíamos espantado cuando cerró su casillero. Bufé por lo bajo, solo a mi amiga se le ocurría esconderse detrás de la puerta del casillero.

—Desde que desperté, he estado esperando que dijeras eso —confesé formando una sonrisa inocente en mi rostro—. Tengo sueño, iré a dormir en un aula —anuncié volviendo a mi expresión seria. Ni bien pude dar media vuelta cuando Hayden envolvió una de sus manos en mi muñeca, echando a perder mi huida,

—¿Ella siempre es así de honesta? —sin disimulo alguno me señaló con la mirada—. Me cae bien.

—No, lo siento, despertó con el pie izquierdo —abrí ligeramente la boca mostrándome ofendida, pero la pelinegra ni me volteo a ver—. Intentamos mantenerte a salvo.

—¿Entrarán a todas mis clases? ¿Y después de la escuela? ¿Y en la noche? —interrogó Gwen comenzando a caminar, a regañadientes la seguí pues Hayden aún tenía su mano en mi muñeca.

—A donde vayas, ahí estaremos —respondió con toda la simpleza del mundo. Mordí mi labio ahogando una carcajada, no se había percatado del lugar donde nos detuvimos.

—¿Incluso cuando este descargando todo en el inodoro? —señale la puerta frente a nosotras, era los baños de mujeres.

—Esperaremos aquí —se limitó a decir borrando su sonrisa. Gwen asintió con burla reflejada en su rostro para después adentrarse al lugar antes señalado.

Una vez que la morena estuvo adentro, Hayden le dio la espalda a la puerta cerrando los ojos completamente avergonzada.

—Empezaré a creer que no sabes hacer amigos —confesé negando con la cabeza ligeramente—. Me sigo preguntando el por qué te sigo hablando —apenas pronuncie aquello, su puño embistió con fuerza mi brazo—. ¡Eres una animal! —espete sobando la zona afectada, esperando que con eso el dolor disminuyera de manera rápida.

La pelinegra se encogió de hombros recargándose en el marco de la puerta tras ella.

—¡Mackenzie! —inconscientemente observe a mi alrededor buscando con la mirada quien gritaba mi nombre, encontrando a un par de metros el par de mejores amigos que se acercaban de manera apresurada—. Préstanosla un momento, ahorita te la regresamos —comento rápidamente Liam dándole un escaso beso a su novia. Esta misma asintió confusa lanzándome una breve mirada.

Sin más Mason comenzó a jalar de mi brazo adolorido con el ojiazul siguiéndonos el paso.

—¿Desde cuando deje de tener decisiones por mi misma? —murmure entre dientes—. ¿Para que me necesitan?

—Para convencer a los jugadores de lacrosse. A Nathan más que nada.

—Se aprovechan de mi puesto.





Maldije por lo bajo cuando mi camiseta cayó al suelo gracias a mis manos temblorosas, a dos casilleros del mío la morena —que debía que proteger, como si de una guardiana me tratase—, me miró de reojo burlándose en silencio de mis movimientos torpes. En este momento no me daba vergüenza admitirlo: estaba asustada. No de lo que le pasará a mi persona, si no de que no pudiera liberar a Theo de su tortura, pues bien, si los jinetes fantasma me capturaban; podría reencontrarme con mi padre, pero el chico que estuvo a mi lado apoyándome durante mi regreso a la vida, no tendría día para volver a ver la luz del sol.

𝗧𝗵𝗲 𝗿𝗲𝗳𝗹𝗲𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 𝗼𝗳 𝗽𝗲𝘁𝗲𝗿 |TEEN WOLF Donde viven las historias. Descúbrelo ahora