069

1.2K 137 83
                                    



—¿Por qué hace eso? —susurre en un tono casi inaudible, pero sabía que mi novio, que venia pisándome los talones, me escuchaba a la perfección—. Hay una tienda de mascotas a cinco cuadras, en serio, debemos comprar una correa allí —agudice mi oído en busca de un latido cerca y vigile en ambos lados del pasillo, al no encontrar rastro de un alumno o profesor rápidamente pasamos a la otra pared del pasillo y nos adentramos a la oficina del entrenador, quien en este preciso instante estaba sentado en su escritorio apunto de devorar su comida acompañado de la música alta que provenía de su bocina, por esa razón no había escuchado su corazón.

Oh, oh.

Ay, atrapadaaa.

Ayuda.

—¿Hale? —me nombró por encima de la música asombrado que me encontrara ahí en persona, cuando se supone que me había marchado junto a la manada. Se levantó de su silla dejando ver la servilleta que tenía en el cuello para no ensuciarse—. ¿Tu quien eres? Ah, Raeken, bueno, no importa —ignoro la presencia del de ojos avellanas que cerraba silenciosamente la puerta, centrándose nuevamente en mí—. ¿Que estás haciendo aquí? Es peligroso, pueden verte.

—Estamos buscando a Dunbar y resolviendo unos problemitas, nada de que alarmarse —hice un ademán haciendo entender que no había mucha importancia—. Vinimos en cubierto, descuide, nadie nos ha visto a excepción suya —sonreí inocentemente—. Lo cual no debía suceder, es un daño colateral —susurre en voz baja.

—Deberían ponerle una correa —comentó, chasquee los dedos señalando al hombre.

Él y yo si que pensábamos igual.

—¿Verdad que si? Ves, si Bobby lo dijo hay que hacerlo —codee a mi novio.

—Compre una ayer desde que lo sugeriste, está en la camioneta —se encogió de hombros Theo.

—Me agrada —murmuro el entrenador mirando con los ojos entrecerrados al chico a mi lado—. Siéntete afortunado de que dije eso.

—Bobby, debemos irnos —anuncie recordando que entre más tiempo tardemos, los ojos ámbar de Liam podrían cambiar a los de mi color—. Cuídese, intentaré verlo sin estarme escondiendo, disfrute de la hora de comida —camine hasta el otro extremo de la habitación para salir por los vestidores de hombres, agudice mi oído solo eran dos corazones y el que el dueño de uno de ellos gruñera como animal, supe que encontramos al que tanto buscábamos.

—No le diga a nadie que nos vio.

—¿Ver a quien? Hale se encuentra en Francia con su hermana, Raeken y Lahey —se hizo el desentendido de forma cómplice, le dediqué una última sonrisa antes de pasarnos a la siguiente habitación.

Los vestidores del equipo de lacrosse era el lugar donde un chico era amenazado por Liam, mismo que no noto nuestra presencia al está completamente centrado en dañar a su objetivo.

—...basta, Liam, por favor —suplicó el chico que reconocí como Gabe, el espejo crujió por la puerta que su cabeza chocaba con el, así que no tardó en romperse también incrustándose pedazos filosos en su mejilla.

—¿Crees que te mataré? ¿Crees que somos asesinos? —cuestionó furiosamente, imponiendo más fuerza en apretar la cabeza contra el espejo—. Tal vez deberíamos serlo.

—¿De verdad te atreverías a matarlo? —hable cruzándome de brazos, él beta volteo sorprendiéndose de que lo hayamos encontrado rápido—. No es que nos importe, digo, por nosotros puedes hasta torturarlo, pero ¿ya lo pensaste bien? —escondí una sonrisa al escuchar el corazón del cazador novato latir aún más rápido, alguien estaba asustado.

𝗧𝗵𝗲 𝗿𝗲𝗳𝗹𝗲𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 𝗼𝗳 𝗽𝗲𝘁𝗲𝗿 |TEEN WOLF Donde viven las historias. Descúbrelo ahora