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—¡Malia! —la llame preocupada al verla desplomarse en el suelo después de que el sonido de un disparo se hiciera presente. Me acerqué lo más rápido que mis piernas me permitieron, escuchaba a la chica de cabello corto jadear e gruñir de forma animal.

El aroma de Argent y de la madre de Scott, confirmó mis sospechas de que no éramos las únicas en el bosque, y que la bala no era un normal gracias al primero.

Solté un suspiro al cuando Malia les rugió con los ojos azules beta. Sin duda nuestro plan de cazar un venado había sido cancelado por motivos ciertamente evidentes.

—Argent —masculle entre dientes al cazador segundos después que mi hermana mayor se desmayó debido a la herida—. ¿Un rasguño? ¿Eso para ti es un rasguño? —reclame en cuanto trasladamos a Malia del bosque a la morgue del hospital, pues el viaje fue muy corto gracias a mis continuas quejas e amenazas sobre la velocidad.

Malia despertó sin previo aviso incorporándose con un rugido.

—Manténgala quieta —ordenó la madre de Scott, acatando su orden el cazador y yo la inmovilizamos contra la camilla fría de metal.

—¿La morgue? No he muerto aún.

—Eres una mujer coyote, este es un lugar privado, y esto te dolerá —advirtió la mujer de cabello rizado—. Intenta no rugir.

Sin poder evitarlo sonreí encantada cuando Malia inconscientemente clavó sus garras en el brazo de Argent en un intento de apaciguar el ardor de la bala.

—¿Tienes algo para el dolor? —inquirió el único hombre en la habitación hacia la enfermara.

—No, puedo soportarlo —respondió la mujer coyote creyendo que preguntaba por ella.

—Es para mi.

—Te lo mereces —canturree sin dejar de inmovilizar a la coyote—. Puedes encajarle más profundo se curará después —aconseje en tono bajo, pero el cazador al estar a mi lado me escucho a la perfección y me mando una mala mirada.

—¿Que estaban haciendo en el bosque? —interrogó la madre de Scott.

—Cazando venados.

—¿A las dos de la mañana? —volvió a preguntar sin dejar de hacer su trabajo; retirar la bala.

—Los lobos y coyotes son nocturnos —explique—. Pero cuando acabábamos de encontrar un venado, escuchamos gritos. Como que estaban matando a una persona.

—¿Vieron algo? ¿Oyeron algo? —nos interrogó de manera rápida el cazador, con un rostro expresando dolor.

—Solo sangre —asentí confirmando lo de Malia—. Y es todo lo que recuerdo, hasta que me dispararon —acusó incrustando más profundo sus garras en el brazo de Argent.

—Ibas a despedazarnos —hablo Melissa sin dejar de tratar la herida.

—No es su culpa, cuando un coyote huele una muerte fresca, sus sentidos lo dominan. La sangre lo enloquece —explicó Argent, y por primera vez le di la razón—. ¿Como te controlaste? —la pregunta iba dirigida para mi.

—Derek es buen maestro, y últimamente mi atención está centrada en recuperar ciertos recuerdos —respondí encogiéndome de hombros.

—Perdón —se disculpó la mujer cuando Malia gimió adolorida—. Es muy profundo, intento no dañarla.

—Déjame a mi, sujétenla —pedí intercambiando lugar con Melissa, esta sin dudarlo siguió mi petición. Tome las pinzas introduciéndolas más profundo buscando la dureza de la baja, cuando la encontré sin pensármelo mucho la retire de un jalón recibiendo un gran gruñido. No debía preocuparme, la bala estaba fuera y Malia no tardaría en recuperarse.

𝗧𝗵𝗲 𝗿𝗲𝗳𝗹𝗲𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 𝗼𝗳 𝗽𝗲𝘁𝗲𝗿 |TEEN WOLF Where stories live. Discover now