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Al sentir como la camioneta se parqueaba formule una mueca en el rostro al mismo tiempo que abría los ojos entrecerrándolos. Viaje mi mirada hacia la ventana logrando ver el edificio estudiantil. Mismo que tenía meses sin pisar.

—Llegamos —aviso el padre de Theo, aún las manos en el volante y la mirada fija al frente. Temía el vernos a la cara; los latidos acelerados de su corazón lo delataban.

—Hombre. Mira que si no me dices, no me habría dado cuenta —me burlé causando aun más nerviosismo en el y una carcajada en Theo. El chico bajo del asiento copiloto para después abrirme la puerta trasera, como todo un caballero.

Me atreví a sonreírle al hombre abiertamente bajando del vehículo. La camioneta al irse nos dejó a la vista de la preparatoria —nos habíamos bajado en el lado opuesto a la entrada—, noté expresiones asombro al verme de pie frente a ellos. Una de dos, era por revivir o por estar acompañada de un chico atractivo, quien mantenía su brazo sobre mis hombros.

Caminamos hasta la acera, lugar en el que Theo alzó la mano como modo saludo hacia el hijo del alguacil y mujer coyote, estos mismos al verme esperaron largos segundos que yo conectara miradas con ambos; cosa que no hice. Nos adentramos al edifico con varias miradas aun puestas en nosotros.

—¿Cual es mi casillero? —inquiri hacía el de ojos avellanas, pues el era quien había hecho el papeleo.

Gracias al mismo chico, estaba informada que la señora Martin fue la responsable de desaparecer mi documentación de los archivos de los demás alumnos, tenia en su poder —o tal vez en la basura— los mismos documentos que yo había dado hace meses para ingresar a la preparatoria.

—En medio de una tal Romero y el beta de Scott —a mi mente rápidamente vino el nombre del ojiazul, el cual sacudiendo un poco la cabeza elimine.

—Te veo después —me despedí recibiendo una beso en la coronilla. Me encamine hacía otro pasillo, al principio de este pero en la otra punta venía la pelinaranja, moreno y ojiazul, el segundo parecía mostrarle con entusiasmo algo en un libro pero era ignorado por los otros dos chicos. Idiotas.

Bufé por lo bajo ingresando a mi aula correspondiente, me adueñé de un lugar de las filas del medio, una pelinegra se sentó detrás regalándome una sonrisa. Apenas sonó el timbre el salón se llenó de personas al trío que había visto minutos atrás.

Alexandra me mando una mirada de recelo sentándose en el lugar libre de enfrente, en cambio Mason se me abalanzó encima tomándome por sorpresa. Había olvidado que el moreno no sabía del mundo sobrenatural; por ello no podía culparlo.

—Tomen asiento, por favor —ordenó el profesor Yukimura con amabilidad llegando al salón, como respuesta recibió algunos quejidos de estudiantes.

Hice una mueca cuando el aroma a nerviosismo me provocó un asco total. Quien desprendía aquel olor era el beta de McCall, viajaba su mirada de mi persona hacia la pelinegra detrás mía, y viceversa.

—Genial —murmuró tragando saliva. No podía negar que me daba curiosidad el saber por que estaba tan nervioso.

—Liam —lo llamó el profesor—. No vas a quedarte toda la clase de pie, ¿ó si?

—Quizá—respondió. Unos delgados dedos tocarme el hombro hicieron que dejara de prestar atención, voltee un poco mi cabeza notando que me extendían un papel con un chicle masticado en el.

Sonreí de lado entendiendo el "improvisado" plan. Aprovechando que Liam seguía absorbe en su conversación con el profesor, me incline un poco a su butaca desparramando el chicle en uno de los extremos del asiento, sin el papel claro.

𝗧𝗵𝗲 𝗿𝗲𝗳𝗹𝗲𝗰𝘁𝗶𝗼𝗻 𝗼𝗳 𝗽𝗲𝘁𝗲𝗿 |TEEN WOLF Where stories live. Discover now