XXV

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Ámame lo suficiente como para...


Hinata

Más tarde no llegó durante dos días. Cada vez que intentaba hablar de ello, mis ojos empezaban a arder y lloraba de nuevo. Ino y yo nos sentamos en la playa, la cabeza de Nevado sobre mi regazo mientras el sol salía en el horizonte. Ella me dio una barra de chocolate y partí un trozo.

― Él me llamó ―susurró― Sasuke. Llamó anoche, queriendo saber si había hablado contigo. Sonaba como si estuviera...

― Por favor, no lo hagas ―le supliqué, acariciando el pelaje de Nevado― Cada vez que pienso en él, pienso en ella, embarazada. Si seguía en su vida, estaría celosa, molesta, y... Obligada a verla mientras él quisiera estar conmigo. Solo me veo herida, y lastimándolo a él a cambio.

Además, del hecho de que ni siquiera estaba segura si quería tener hijos, y mucho menos ser madrastra de alguien.

― ¿Entonces nunca volverás a hablar con él? No es culpa suya, Hina.

― Lo sé. Sé que no es su culpa. Todo esto fue antes de mí, pero no cambia el hecho de que será padre, o ya lo es. No veo espacio para mí. No hay lugar para mí en su vida. No es nuestra culpa, pero no puedo; no quiero pasar mi vida esperando a un lado, con la esperanza que algún día seamos solo nosotros. ―Intenté reír, pero mi voz tembló― ¿Recuerdas cuando dije que Naruto no era el chico indicado para ti? Gracias por decirme que estaba equivocada, porque odiaría si hubiese arruinado tu vida tanto como la mía.

― No arruinaste tu vida ―ella tomó mi mano― Las cosas simplemente suceden y la vida es solo la vida. Y tenías razón acerca de Naruto en ese entonces, era solo una herramienta. Él me engañó.

― No, no lo hizo ―Si lo hubiese hecho, lo iba a matar.

Asintió con la cabeza, haciendo girar el anillo en su dedo.

― Fue unas semanas después que me fui. Conocí a la chica y le di un puñetazo en la cara, pero no pude enfrentarte. No me fui por causa de Naruto, me fui porque no podía seguir el ritmo, y ahí estabas, sobresaliendo a la velocidad de la luz. Sentí que mi mundo se estaba desmoronando, y no podía enfrentarte a ti o a mis padres, así que rompí con Naruto y trabajé en un bar ese año que no hablamos. Podría haberte llamado en cualquier momento, pero simplemente quería estar sola. Naruto y yo acabábamos de volver a estar juntos, cuando volvimos a ser amigas. Nunca te lo dije porque me parecía tonto en retrospectiva y sabía que te molestaría no haber venido antes.

― Soy una muy mala amiga. Siento mucho no haber estado allí, Ino, y aquí estoy yendo hacia ti ahora, llorando en tu hombro.

Ella se encogió de hombros.

― Viniste porque confías en mí, y estoy feliz. Me siento mal por no haber confiado lo suficiente en ti en ese entonces.

Le abracé, y ambas caímos sobre la arena, riendo.

― Prométeme sin importar qué, me dirás si pasa algo, ¿De acuerdo? Y si Naruto alguna vez...

― Lo entiendo, lo entiendo. Ve, tienes tu propia vida amorosa que resolver.

Ese era el problema. Tenía una vida, pero ya no tenía una vida amorosa.

Sasuke

Era padre.

El nombre de mi hija era Sarada May Uchiha.

Pesó un kilo, cuatrocientos ochenta y dos gramos.

Y era hermosa.

Incluso pudo respirar por sí misma, pero no abandonaría la UCIN por un tiempo y aún no podía salir de la incubadora. Aun así, ella seguía siendo hermosa. Había pasado las últimas cuarenta y ocho horas junto a ella. Necesitaría algunas pruebas más, pero mi madre creía que lo lograría. En ese momento, Sakura estaba con ella, sentada en su silla de ruedas, mientras yo estaba afuera, firmando papeles.

That Thing...Where stories live. Discover now