VII

2.2K 270 26
                                    

No Estamos Bien


Hinata

Justo estaba decidiendo si tocar o no su puerta cuando él la abrió, con un botiquín en sus manos.

― ¿Qué estás haciendo? ― levantó sus cejas y tomó una leve distancia ― Todavía no tengo un botiquín, así que iba a pedirte prestado el tuyo ― dije rápidamente― Pero no importa, compraré uno mañana.

― Me lo imaginé ― se rió, aunque no parecía encontrarlo graciosos. Alzó su botiquín ― Iba a darte esto.

― Oh, gracias... ― me estiré por el botiquín.

Lo apartó, mirando mi tobillo cuando me equilibré en mi otra pierna.

― ¿Qué tan mal está? ― se arrodilló enfrente de mí ― ¿Sentiste que algo se reventó?

― No, está bien. ― pisé, solo para estremecerme y levantarlo otra vez.

― No está bien. Entra ― agarró mi codo, ayudándome.

― Sasuke...

― Sigue caminando ― me guió hacia su sofá gris.

Todo en su apartamento era o azul marino, gris o blanco, e irritantemente limpio como aquellas casas de espectáculo o... bueno, como un hospital.

― Siéntate ― ordenó cuando alcanzamos el sofá.

― No soy un perro...

Suspirando, simplemente me empujó hacia abajo lentamente.

Cuando mi trasero tocó el sofá, sentí el impulso de acomodarme. La cosa era tan suave.

― Esto es... agradable ― susurré, pasando mi mano por los cojines.

― ¿Verdad? Se llama sofá, una invención de verdad maravillosa. Con todo ese espacio vacío en tu casa, no estaba seguro sí sabías de tales artículos ― se sentó en su mesa de centro de madera, levantando mi pierna.

― No eres gracioso... Ah ― me estremecí cuando apretó mi tobillo.

― ¿Qué pasó? ― finalmente me miró.

―¿Por qué te importa?

― Porque si la gente te ve entrar así, el valor de este lugar podría disminuir ― Estirándome, intenté golpearlo.

Apretó mi tobillo.

― ¡Auch! ¿Qué pasó con "no hacer daño"?

― Disculpa, sólo estoy comprobando si te rompiste algo ―se encogió de hombros, con una pequeña sonrisa satisfecha en sus labios traicionando la mentira― Primero que todo vas a necesitar hielo ―murmuró para sí mismo, sacando una compresa de hielo grande y cuadrada― Después que la hinchazón baje, lo vendaré. Pásame ese cojín.

Estirándome, le pasé el cojín azul marino.

Lo puso debajo de mi pierna.

― ¿Hay alguna posibilidad que puedas mantenerte quieta durante unos veinte minutos? Sé que podría ser difícil, pero...

― No lo sé, Dr. Uchiha, tengo cinco años ― puse los ojos en blanco, cambiando mi pie otra vez cuando él lo dejó sobre el cojín y caminó alrededor del sofá― gracias ― murmuré.

― ¿Qué fue eso? ― insistió, incluso cuando estaba segura que había oído. Éste hombre está tratando de molestarme hasta la muerte.

― ¡Dije que gracias! ― grité.

That Thing...Where stories live. Discover now