XXIII

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Cinco Pequeñas Palabras


Sasuke

Estaba sentado en el porche cuando una cerveza apareció frente a mi cara.

― Gracias ―le dije a Hiashi.

Se sentó a mi lado, sin decir una palabra.

Era nuestra última noche antes de regresar. Habían preparado una cena junto al lago e incluso me las arreglé para encender la fogata. Al igual que la primera noche, el cielo estaba cubierto de estrellas.

Hinata jugó con Nevado, persiguiéndolo alrededor de la fogata. Se había pasado el día mostrándome todo Konoha. Tenía casi una cosa de todo: un cine, una tienda de comestibles, un centro comercial, y en cada uno, noté cómo todos le daban la bienvenida, ya sea con un abrazo, un beso o cosas gratis. Cada uno de ellos también le agradeció el dinero que les había prestado; incluso había ayudado a financiar un nuevo centro de artes para la secundaria.

― Sabes que todavía no me agradas, ¿Verdad? ―me dijo, abriendo su lata y atrayendo mi atención.

― Sí. Tal vez cuando volvamos la próxima vez, te convenceré más ―respondí, tomando un trago.

― Nunca va a pasar ―murmuró.

Me tomó un tiempo, pero finalmente le pregunté:

―¿Te importa si te pregunto algunas cosas?

― ¿Son sobre mi hija?

― Sí. Y de usted también.

― Solo si respondes la mía.

Arriesgado.

― Está bien.

― Pregunta, entonces. ―Él esperó.

― ¿Cómo sabes cuando te has enamorado de alguien?

Permaneció en silencio durante largo rato.

― Lo siento, no sé a quién más preguntar. Mi madre, por increíble que sea, no siempre ayuda.

― ¿No estabas a punto de casarte? ―me preguntó.

Me senté más derecho, con los brazos sobre las rodillas.

―Sí, pero eso no significa que debería haberlo estado. Establecí la meta de ecasarme y elegí a la persona que pensé que encajaba mejor con lo que necesitaba. Nunca me pregunté si la amaba. Pensé: esto es genial, ella es lo que estaba buscando. La lastimé y ella me lastimó a cambio ―Me había preocupado por Sakura. No podía mentir sobre eso, ni tendría que hacerlo, pero esto era diferente; me sentía diferente con Hinata.

― Creo que cuando empiezas a pensar así, ya te has enamorado ―murmuró.

―¿Cómo lo supo con su madre? Hina dijo que huyeron juntos para casarse cuando solo tenían dieciocho años ―Y después de todos esos años, todavía se tomaban de las manos mientras caminaban.

Él rió disimuladamente, sentándose erguido y mirando a su esposa donde ella estaba mirando por un telescopio.

― Primero me sorprendí cuando me di cuenta que no quería que ella se fuera a casa. Quería que mi hogar fuera su hogar. Luego empecé a pensar en mi vida en diez o veinte años, y no importa qué, ella estaba allí. Una vez que me hice estas preguntas, estuvo claro para mí.

Pensé en la primera noche con Hinata. Le dije que no quería que fuera solo una follada de una sola vez y le pedí que se quedara conmigo. Ésa no era la razón... Puede que no pensara que su hogar era el mío, pero nunca la detuve cuando ella trajo su cepillo de dientes, secador de cabello y plancha al baño. Pensé en cómo no podía dormir en su lado de mi cama, incluso si ella no estaba allí... Porque ahora era su lado.

That Thing...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora