III

2.9K 322 116
                                    

Ciencia Versus Arte

Hinata

Golpe.

― ¡Oh Dios!

Golpe.

― ¡Sí! Más fuerte.

Golpe.

― ¡Tan bueno!

Me senté en mi cama, mirando fijamente a la pared temblando con una mezcla de horror y asombro. Habían pasado cuatro días desde que me mudé, y había sido así cada maldita noche. Al principio, había pensado que él grababa porno.

― Sasuke... ¡Sí!

La mujer gritó en lo que podría suponer era completo éxtasis. Ella tenía vocabulario más amplio que la otra mujer que había traído antes; ella sólo seguía gritando: "Joder".

¡Golpe!

Salté una vez más, cuando mi pared se sacudió.

¡Esto es ridículo! ¡Son las dos de la mañana! Me giré, golpeando la pared con mi mano antes de saltar de la cama y dirigirme a la puerta. Abriéndola de golpe, pisé fuerte hasta su puerta y levanté mi puño, lista para golpearla...

― ¡Qué! ―gritó él, casi sacando la puerta de las bisagras. Se quedó allí en nada más que su pijama colgando de sus caderas, su desnudo pecho expuesto.

― Hola, ¿Te importaría follar a una hora más razonable? No puedo dormir escuchando tu audiencia gemir detrás de mí ―espeté.

― Soy doctor, esta es una hora razonable para mí ― replicó, tratando de cerrar la puerta.

Estiré mi mano para detenerlo.

― Quizá para ti, pero para la gente normal, no tanto

Se encogió de hombros.

― ¿Y por qué debería importarme?

― Vaya, ¿De verdad eres tan idiota?

― Bebé, ¿Todo está bien? ― Una mujer con el cabello rojo de la botella número nueve dio un paso adelante en lo que parecía ser solo su camisa. Ella envolvió su brazo alrededor de su pecho, mirándome airadamente.

― Al parecer, fuiste muy ruidosa. Mi vecina no puede dormir.

Su mirada me enfocó, y me miró de arriba abajo.

― Lo siento.

― ¿Suficiente, artista estafadora?

No esperó por mi respuesta antes de cerrar la puerta en mi rostro. Una vez más, golpeé.

― ¡Qué!

Miré de él hacia la mujer y sonreí.

― Él tiene clamidia.

― ¿Qué?

Él me miró fijamente, asombrado con la boca abierta, pero la chica pareció no tener idea. Me reí a carcajadas cuando me dirigí de nuevo a mi apartamento. Sí, fue infantil, pero simplemente había algo en él que se metía bajo mi maldita piel. Quiero golpearlo en la cara. Al menos se han detenido, pensé, recostándome en mi cama. Estuve allí por solo un momento antes de escuchar alguien llamar.

Por favor, que no seas tú, recé, pero no salió bien. Abrí la puerta un poco y el idiota entró, ahora vestido en jeans y una camisa gris. Miró alrededor de mi apartamento, que estaba en su mayoría vacío ya que no tenía muebles.

― ¡Disculpa! No recuerdo haberte invitado.

― ¿Clamidia? ¿En serio? ¿Qué estás, en secundaria? ― habló finalmente, apoyándose en el mostrador de mi cocina.

That Thing...Where stories live. Discover now