XVII

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La primera cita oficial

Sasuke

― ¿Has pensado dónde la vas a llevar? ―me preguntó Suigetsu cuando me cambiaba― Me parece el tipo de chica con los pies en la tierra. No estoy seguro de que llevarla a la ópera sea su tipo de cosa.

― Suigetsu...

― Además, ha estado trabajando todo el día, estoy seguro que se sentiría fuera de lugar. Oh no, vas a hacer una de Edward Lewis y llevarla de compras y dejar que compre cualquier cosa que su corazón desee, ¿Verdad? Puede parecer agradable en las películas, pero ella podría tomarlo como que no te gusta su estilo actual.

Cerrando mi casillero, lo miré.

― ¿Quién demonios es Edward Lewis?

¿Pretty Woman? ¿Cómo nunca has visto esa película?

― ¿Con qué frecuencia recuerdas los nombres de los personajes cuando ves una película? ―pregunté, colocándome mi reloj en la muñeca.

― Eso no viene al caso en este momento. ¿Has pensado en esto? Las primeras citas son importantes ―Él empezaba a alterar mis nervios...

― No realmente. Además invitarla a salir, no he pensado en ello demasiado. No pienso demasiado con Hinata, simplemente lo hago, y se siente increíble. Así que ve a buscar una cita, mi amigo y déjame en paz ―dije, agarrando mi bolso.

Él sonrió como si estuviera drogado y con su cabello rosa-plateado no era difícil de pensarlo.

― Me llamaste amigo. Es como si ella estuviera derritiendo tu congelado corazón...

―Adiós, Suigetsu ―dije, ya en la puerta. No estaba seguro de por qué él estaba tan feliz de que tuviera a una cita. Él no estaba tan emocionado cuando salía con Sakura. La había llevado a la ópera y le había gustado, pero Hinata no era Sakura, y no quería que lo fuera.

― Sasuke.

Esto es lo que consigo por pensar en ella. Suspirando, me di la vuelta para verla de pie allí, todavía en su uniforme y un suéter.

― ¿Sí?

― ¿Podemos hablar?

― Lo siento, tengo una cita ―dije, dirigiéndome a la salida.

― En serio, Sasuke, hace cuatro meses y medio, estuve a punto de convertirme en tu esposa. ¡Por favor, dame cinco minutos!

Me detuve, apretando mi abrigo. Enfrentándola, me acerqué directamente a ella.

― Pero la cosa es que no eres mi esposa. No eres nada mío. Te di dos años, Sakura. Te di un anillo. No quiero perder más de mi tiempo.

― Si me hubieras dado tu corazón, no tendrías que ir a una cita. No con otra mujer, no todavía.

Wow. Resoplé. Ella realmente era tan egoísta.

― ¿Entonces lo que me estás diciendo es que debería estar sufriendo? Debería ser un desastre, ¿Verdad? ¿Porque entonces al menos podrías ver lo muy enamorado que estaba de ti?

Ella cruzó sus brazos.

― No lo quise decirlo así...

― Sí, quisiste y te daré una respuesta. El primer mes estaba así. Y luego la conocí, y sin darme cuenta, dejé de pensar en ti. Incluso cuando estabamos hablábamos de él y de ti, ambos solo eran borrosos y yo solo podía verla a ella. Tal vez porque ella sabía exactamente cuán avergonzado y estúpido me sentía. La razón por la que no soy miserable como esperabas es porque cuando yo... ―sonreí, sin realmente poder detenerme― Porque cuando pienso en ella, no puedo dejar de sonreír, y se trata de las cosas más tontas, como ¿Por qué diablos no compra muebles, o cómo puede pensar que el helado de vainilla es el mejor sabor del mundo? Entonces. Por favor deja de pedirme un momento de mi tiempo, Sakura. No quiero volver contigo. Buenas noches.

That Thing...Where stories live. Discover now