XXI

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La inquisición de Sasuke Uchiha

Sasuke

Era lindo lo preocupada y nerviosa que estaba por mí, pero no había nada que ella pudiera hacer o decirle a su padre que lo tranquilizara, ni quería que lo hiciera. Lo que su padre quería era que yo le probara que era digno de su hija. En la mayoría de los casos, para los padres, eso es imposible. Nunca sería digno, simplemente me volvería tolerable. Eso estaba bien; tolerable era bueno. Simplemente no tenía un mapa para llegar allí, y lo que empeoraba las cosas era que la última persona que lo había intentado era un bufón absoluto de hombre. Hiashi Hyuga tenía ahora tanta fe en mí como en un muñeco de nieve que duraba en el desierto.

― Hice todos tus favoritos, Hina ―su madre la llevó hasta la mesa donde había colocado diversos platos, desde pollo al horno y salmón hasta salsa, pan, arroz y pasteles.

Hinata miró a lo largo de la mesa de madera y luego volvió a mirar a su padre.

― Gracias, pero por favor, dime que no has estado comiendo así. Papá, tuviste un infarto. ¿No deberías comer frutas, verduras y frutos secos?

Ella tenía razón.

― ¿Te parezco un ciervo?

Ella frunció el ceño.

Él sacudió la cabeza.

― Tu madre me ha estado manteniendo con comida saludable, ¿De acuerdo, cariño? Esto es solo para darte la bienvenida a casa. Quizás si recordabas lo buenas que son las comidas caseras, volverías a casa con más frecuencia.

― Sasuke es un gran cocinero ―dijo con orgullo, tomando su asiento.

Noté que todos los chicos se sentaron rápidamente a su alrededor, obligándome a sentarme frente a ella y justo al lado de su padre en la cabecera de la mesa. Su madre se sentó en el otro extremo.

― ¿Tú cocinas? ―me preguntó su madre, colocando los platos alrededor.

― Señora, mi madre no lo permitiría de otra manera.

Asintió con orgullo.

― Ahora, si alguien más escuchara a su madre.

― ¿Quién dará las gracias? ―Hinata cambió de tema y rápidamente levantó las manos.

La miré y ella asintió.

― ¿No das las gracias? ―Kiba cuestionó.

― Claro ―Que no.

― Lo diré, entonces ―Hinata juntó las manos― Bendice esta comida, y a las personas que la preparon. Muchas gracias por la comida y la compañía, que llene nuestros estómagos y electrifique nuestras almas.

― Nada mal ―Kiba asintió hacia ella― Me gusta la parte de "electrifique nuestras almas".

― Tramposo de ciudad, ¿Qué hace tu madre? ―preguntó Sai, tomando un pedazo de pollo.

― Ella es la presidenta interina del hospital para el que trabajo.

― Entonces, ¿Ambos son doctores? ¿De qué tipo? Te ves como un dentista ―preguntó Shino a continuación.

Negué en dirección a Hinata, diciéndole que no interrumpiera. Pude ver lo que estaban haciendo: hacer todas las preguntas de Hiashi para que él no tuviera que hacerlo.

― Los dentistas son importantes para la salud de una persona. Yo, sin embargo, soy neurocirujano, mientras que la especialidad de mi madre era la cirugía pediátrica ―Tomé un bocado de salmón― Esto está increíble, señora.

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