Juliana Valdés era una chica soñadora, acababa de llegar con su madre y su hermano a Los Ángeles. Como ellos eran inmigrantes recién llegados, se quedaban en casa de la tía de Juliana, una mujer conservadora que amaba recordarles que vivían ahí solo...
Escuche un ruido en la parte de afuera y me quede en shock cuándo vi a Juliana tirada en el suelo con algunos trabajadores a su alrededor. Corrí hasta ella y la levante un poco.
—Jul, ¿Jul? Mi vida, háblame ¿Qué paso aquí?
—Ella iba a entrar a la oficina de Ana y de repente se desvaneció.
Me informó la secretaria de mi madre, Johana.
Ana me miró y la realidad golpeo mi cara.
Ahora ella sabía la verdad.
Ya no había vuelta atrás.
Continúe inútilmente tratando de despertarla, sentía mi corazón latir descontrolado por tenerla de esta manera entre mis brazos.
—Johana, pídele a Ryan que traiga el carro y me esperé en la entrada.
Tomé a Juliana en mis brazos.
—Voy contigo.
—No Ana, prefiero que le llamas a mi mamá y le expliques todo, pídele que se haga cargo de todos mis compromisos.
Ni si quiera esperé a que Ana me respondiera y camine lo más rápido posible con Jul hacia el elevador. Ella estaba fría y mi corazón estaba tan acelerado que sentí que me podía desmayar en cualquier momento. Cuando llegué a la planta baja, Ryan ya me estaba esperando y entre con Juliana en el asiento trasero.
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