Juliana Valdés era una chica soñadora, acababa de llegar con su madre y su hermano a Los Ángeles. Como ellos eran inmigrantes recién llegados, se quedaban en casa de la tía de Juliana, una mujer conservadora que amaba recordarles que vivían ahí solo...
Creo que solo quería volver a los campos en donde nos conocimos a los 16 años, todo es tan complicado cuando se es adulto, solo quisiera seguir siendo una adolescente contigo.
Escuché el sonido de mi celular a lo lejos y con los ojos aun cerrados lo apagué para no despertar a Juliana. Cuando abrí los ojos el reloj que estaba al lado de la cama marcaba las 7:00 de la mañana. Miré a un lado y encontré mi mano entrelazada a la de mi novia que dormía como un verdadero ángel.
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Me quedé algunos segundos contemplando su sueño y su semblante relajado.
"¿Cómo si quiera podría imaginarme en pasar un minuto sin despertar todos los días sin esa imagen?
Me perdí tanto en ella que los minutos fueron pasando tan rápido que ya se me había hecho tarde para salir a correr. Entonces le dejé un suave beso en su rostro y Salí de la cama. Fui al baño para hacer mi higiene matinal, me cambié y cuando iba saliendo del cuarto Lana despertó y me miró con los ojitos brillosos.
- ¿Quieres venir con mamá?
Ella ladró.
-Okay, ven, sino vamos a despertar a mamá.
Salió de su camita y vino corriendo hacia mí. La llevé en brazos hasta que llegamos a la playa, después de que me estiré un poco, Lana y yo comenzamos a correr. Era gracioso que ella aun pudiendo correr mucho más rápido, siempre iba a mi ritmo. Corrimos alrededor de 40 minutos, me estiré nuevamente y finalmente me senté con Lana en la arena para poder apreciar un poco el mar.
- ¿Lana, crees que sea una buena idea que mamá se vaya a Nueva York a estudiar?
Ella me miró con carita confusa.
-Ya sé, yo también creo que mamá debería dejarme estudiar aquí.
Lana entonces recostó su cabeza en mi pierna y nos quedamos así un rato, hasta que sentí a alguien cubrirme los ojos con las manos.