|Prólogo|

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River dejó su mochila en la cama de arriba y de reojo vio como sus otros tres compañeros lo miraban fijamente. Ellos se dijeron algo entre sí y se acercaron.

El rubio les dio una pequeña y tímida sonrisa a la par que se incorporaba.

—Hola...—Dijo él.

Los tres hombres se detuvieron a dos pasos de él, rodeándole. River se intimidó un poco y chocó contra la litera queriendo alejarse.

Él no quería parecer un cobarde, pero estaba nervioso.

—¿Cómo te llamas?—Dijo el pelirrojo del medio, su mirada dura y fría, sus ojos reflejaban firmeza y autoridad.

River supuso que el chico era un cargo más alto.

—River.—Respondió.

El chico lo miró un poco sorprendido antes de rodar los ojos, se veía impaciente. Le señaló con un dedo, amenazante.

—Apellido.—Demandó.—Aquí nos reconocemos por el apellido. Será mejor que no le digas tu nombre a cualquiera, podría ser peligroso.

River había escuchado algo sobre ello, sin embargo, pensó que únicamente era solo un rumor, no que ocurría de verdad. Le parecía una estupidez, de todos modos, los jefes sabrían sus nombres, ¿verdad?

De cualquier forma, River no desobedecería las normas, por algo estaban, y no era quién para saltárselas.

—Oh...—River se sintió un idiota.—Scott, entonces, señor.

El chico asintió y su rostro neutral se transformó por completo en una mirada suave, sus labios se curvaron hacia arriba en una grande sonrisa. Sus ojos marrones se achinaron, y el lunar que tenía debajo del ojo se perdió en un hoyuelo.

River se quedó perplejo. Ahora aquel pelirrojo parecía una persona completamente diferente: Había pasado de un hombre serio y disciplinario a un chico fresco y juvenil. Y todo por una bonita sonrisa.

—Bienvenido, cadete Scott.—Dijo él, ofreciéndole un guiño perfecto y dándole un golpe en la espalda.—Os espero a fuera, nos han convocado para presentarnos frente a nuestros superiores. Debemos dar una buena imagen nuestro primer día.

Los otros dos chicos asintieron mientras el pelirrojo se daba la vuelta y salía del cuarto.

River no pudo ni siquiera preguntarle cuál era su apellido.

—Es el cadete Miller.—Explicó el pelinegro y le extendió la mano.—Yo soy Wyatt.

River asintió enérgicamente y tomó la mano contraria con entusiasmo.

—¡Encantado, señor!—Dijo el rubio.

Los dos compañeros se miraron entre sí y rieron.

—No me llames "señor", soy un cadete al igual que tú, llegué aquí hace unas horas.—Wyatt señaló al moreno que se encontraba a su lado.—Él es Thacker.

Thacker se cruzó de brazos y le dio un asentimiento de cabeza a modo de saludo.

River lo imitó. Estaba ridículamente nervioso. Él no había sido precisamente alguien extrovertido y social, era por herencia bastante tímido y solitario. Por lo que estar aquí, en un sitio nuevo y solo, resultaba un poco incómodo. No obstante, él hacía esto por su país y por su devoción. Él amaría esto por más duro que fuera, él quería entregarse en cuerpo y alma a su patria.

—Seremos compañeros por unos cuantos años.—Wyatt siguió hablando.—También de habitación, llevémonos bien.

River asintió.

Último sentimiento (4)Where stories live. Discover now