Último sentimiento (4)

|Veintinueve|

—¿Cuál sería tu lugar ideal para vivir?—River preguntó, dejando las mochilas a un lado para centrarse en Cole.

El pelinegro canturreó, pensante.

—No sabría decirte.—Cole miró con atención el lugar a pesar de que ya había estado en la cabaña de su familia.

River le entendía, hasta él sentía el lugar distinto, por eso también le estaba echando un segundo vistazo. Estaban ellos dos solos y el ambiente era diferente. Parecía otra cabaña totalmente.

—La ciudad me gusta pero...En definitiva quisiera un lugar tranquilo.

River asintió, él pensaba lo mismo.

—Mi apartamento está bien ubicado y no es tan céntrico y ruidoso, pero...

—Saber que hay gente en el piso de arriba o abajo quita puntos, ¿no?—Terminó River, abrazándole por detrás y mirando también el sitio, imaginando cambios de decoración o de adición. Tal vez la luz era muy naranja. O tal vez había mucha iluminación y había que poner menos lámparas.

Faltaban cuadros. Tal vez el color del sofá era muy colorido y debía ser más neutro. Una mesita de té en esa esquina no vendría mal. ¿Y qué tal un mueble para colocar fotos?

Hmm...

—Exacto.—Cole dejó caer su cabeza en el hombro de River y puso sus manos sobre las del rubio.—Quiero decir, de pequeño vivía en una casa con vecinos a los lados, si acaso, pero...Imagina estar totalmente aislado, sin vecinos que te despierten con sus ruidos o con sus coches o conversaciones.

River asintió.

—Me lo imagino. Por eso siempre he querido vivir en un sitio así.

—¿Siempre has querido alejarte de todo y de todos? ¿Aislarte?

River empezó a caminar con Cole entre sus brazos.

—Siempre me imaginado teniendo una vida tranquila, como expliqué esa noche aquí mismo. Después de todo, estoy acostumbrado al tiroteo, bullicio y ruido, me gustaría alejarme de todo eso en cierto punto y vivir relajado.

Cole sonrió. Eso pudo percibir River.

—Es la primera vez que me lo cuestiono pero...Tienes razón.

River los dirigió hacia las escaleras.

—Cuando tenga pareja estable y queramos construir un hogar dejaré el campo de batalla.—Dio la vuelta a Cole para mirarlo. Sus ojos verdes brillaban con la luz de la cabaña y su sonrisa suave era lo más precioso que River podía ver y destacar.

—¿Lo harías?

—Lo haría. No quisiera que mi pareja y mis hijos estén preocupados por si vuelvo o no.

Cole le rodeó el cuello, sus ojos recorrieron a River.

—Pensé que te importaba el país.

—Más me importaría mi familia.

Cole asintió.