|Cinco|

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River parecía ser una de las personas muy tranquilas lejos del campo de batalla. A diferencia de estar dentro, donde era muy enérgico, loco, suicida y valiente. Eso pudo deducir Cole, lo cual le pareció curioso, él había pensando que River sería igual de activo que como cuando llevaba su uniforme.

En casa, ahí estaba, saliendo de la cocina con un bol en sus manos. Seguramente sería avena con frutas.

Cole también se había percatado de lo saludable que era el chico con su comida y disciplinario con su vida deportiva. Él sabía que River debía serlo, pues ese cuerpo decía mucho.

Una vez, o tal vez varias, durante las dos semanas que River había pasado en su casa, Cole lo había regañado por haberlo encontrado haciendo flexiones, dominadas o levantando pesas.

—¿¡De dónde demonios las has sacado!?

Cole le había gritado al borde del desmayo. ¡Él estaba herido! ¿Qué estaba haciendo sobre cargando su cuerpo? Sin contar que seguramente alguien se las habría traído y lo habrían visto.

Pedí que las dejaran fuera. Nadie me vio, tranquilo.

Cole casi le había lanzado la cesta de frutas a la cabeza por idiota e irresponsable.

Y a pesar de dos semanas de discusiones o algunas charlas cortas, Cole aún no se acostumbraba a llegar a casa y que alguien estuviera en el salón, riendo y dando vida al lugar.

Cole pensó que River se la pasaría encerrado en su habitación evitándolo. Pero no, ahí estaba, siempre en la tele.

Cole había pensando muchas cosas sobre River.

Se había equivocado en la mayoría.

—Bienvenido.—Dijo posando un Segundo sus ojos en Cole y dirigiéndose el pequeño sillón.

Cole dejó las llaves en la mesita de la entrada y se sacó el abrigo.

—Hola.—Saludó también con una pequeña sonrisa.

River era amable y dócil cuando no se encontraban en sus discusiones sarcásticas y peleas de insultos, por lo que no le quedaba de otra que ser educado también.

—Pedí la compra por internet.—Comentó River levantándose.

Cole se Sacó la bufanda y asintió, miró las muletas del rubio.

—¿Cuándo llega?

—En una hora.

—Ven aquí.—Cole se sentó en el sofá y palmeó el sitio a su lado.

River miró de Cole al sofá y parpadeó como una lechuza antes de fruncir el ceño.

—¿Quieres que me siente contigo?—Soltó extrañado.

Cole asintió.

—Quiero revisarte la pierna. Ya ha pasado un tiempo. Deberás ya estar listo.

River accedió y se sentó a su lado.

—¿Te duele todavía?—El pelinegro se arrodilló para estar a la altura del muslo de River.

El rubio siempre llevaba pantalones cortos así que era fácil verle la herida.

—No lo sé.—River le sonrió encogiéndose de hombros.—Deberás tocar para que yo pueda sentir.

Cole lo miró poco interesado antes de fruncir los labios para no soltar alguna grosería, porque él ya sabía que debería hacerlo, no era necesario que River se intentase burlar de él.

No podía durar mucho La Paz entre ellos, ¿verdad?

—Eso iba a hacer.—Respondió, actuando como si no fuera la gran cosa. Aunque realmente él no quería tocarlo... ¡Maldición! Ni siquiera quería estar cerca de él.

Último sentimiento (4)Where stories live. Discover now