|Diecisiete|

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El toque de la Diana militar resonó con fuerza a la hora que correspondía y River no pudo hacer nada más que quejarse. Había pasado el suficiente tiempo fuera como para olvidarse del intenso estruendo de la melodía para levantar a los reclutas.

Era insoportable.

Y lo era aún más si no habías dormido nada.

Él se dio la vuelta cubriéndose la cabeza con la almohada, en un intento fallido de amortiguar el sonido.

No funcionó.

Las camas crujieron y River de pronto se arrepintió de irse de la casa de Cole.

Hum.

Se había mal acostumbrado.

Él tenía suficiente dinero para poder pillarse un departamento decente y si utilizaba sus raíces, podría tener incluso una "casa grande" propia. No obstante, ese no era el punto. River era tan ridículo que quería convivir con sus compañeros. Sentía que así el vínculo se forjaria con más fuerza.

—¡Bani!

Miró a su compañero pelirrojo.

Habían hablado a lo largo de los años de mudarse juntos, pero de nuevo, ellos querían sentirse uno con las camaradas. Además, vivir con Miller no parecía una gran idea. El chico era bastante extrovertido, intenso, y parecía bastante desordenado y sucio.

Agradecía que no estuviese en su barracón.

—¿Preparado para un largo e intenso entrenamiento?

El rubio se incorporó de mala gana.

River no estaba de humor. Normalmente le gustaba los entrenamientos, sobre todo de disparo e incógnito, pero en aquel momento no tenía la mejor actitud.

—La verdad, no.—Se levantó, sintiendo frío. Se colocó rápido el pantalón del uniforme e hizo una mueca por lo helado que estaba.

—¿Por qué? ¿Es por lo de ayer?

Miller Bajó la voz para que los demás compañeros de habitación no escuchasen pero no sirvió de nada.

—¿Qué pasó ayer, Scott?—Wyatt empujó a Miller y miró al rubio terminando de vestirse.

River resopló.

No era necesario que le recordasen qué había ocurrido ayer.

—No es asunto tuyo.—Miller le hizo a un lado.

Wyatt volvió a quitarle el sitio.

—Claro que lo es.

—No, no lo es.—Atacó nuevamente el pelirrojo.

—Parad.—Thacker apareció ya vestido.-Dejadlo en paz.

River le miró agradecido.

Y en verdad lo agradecía. No quería hablar.

—Pero, ¿qué te pasó?—Habló de nuevo Thacker.

River rodó los ojos, y se sentó en la cama para abrocharse las botas.

Último sentimiento (4)Où les histoires vivent. Découvrez maintenant