|Dos|

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River estaba mirando su teléfono cuando alguien entró en su habitación. Ni siquiera levantó la vista.

—Te dije que debías tocar cuando entrases aquí.—River regañó a la enfermera.—¿Y si estoy desnudo? ¿O si estoy haciendo algo que no deberías ver?

La mujer no respondió nada. River levantó los ojos de la pantalla y pudo ver que no había ninguna mujer, sino se encontraba un chico pelinegro cruzados de brazos mirándolo con las cejas levantadas. Detrás de él se encontraba otro hombre.

—No recuerdo que me hayas dicho eso.—Cole lo miró mal.—Y si quieres hacer cosas indebidas, por algo está el baño.

River dejó el móvil a un lado.

—Te recuerdo que tengo la pierna mal.

Cole se acercó a él, el hombre de atrás siguiéndole.

—La tienes herida. No estás inválido.—Cole le sacó la sabana de encima y comprobó la herida.—Y eres un paciente, entraré las veces que quiera y cuando quiera.

River resopló.

—No eres mi médico ni mi enfermero, ¿qué haces aquí? No deberías estar aquí.

Cole lo miró aburrido.

—Cállate.—Soltó duramente.—Soy el médico a cargo de las sedes. Eso basta.

River frunció el ceño pero obedeció.

—Hola, comandante.—El Brigadier dio el saludo y River hizo exactamente lo mismo.

—Señor.

Cole se apartó una vez que le miró la pierna y se situó nuevamente al lado del hombre con más rango.

River los había visto a lo largo de los años bastante juntos, y siempre se había preguntó el porqué.

—Estaba aquí para hacerte unas preguntas sobre el atentado que tuviste.—Habló el moreno.—Sin embargo tenemos compañía.

River lo miró confundido por lo último que había dicho el hombre.

—Mi compañero está dormido, lo sedaron hace poco.—Explicó señalando al soldado herido en la camilla de al lado .—¿Atentado? No he tenido ninguno. Simplemente fui descuidado y me terminaron dando.

Cole resopló.

—Claro que sí lo has tenido, idiota. Te golpearon en la cabeza y trataron de inmovilizarte, no matarte.

River lo miró sorprendido y levantó las cejas pensativo. Se mordió la uña del dedo pulgar pero sin masticarla.

—¿Para qué?

Cole miró a Camons y se encogió de hombros.

—Aún estamos en ello, chico.—Camons respondió.—¿No viste los rostros?

River negó, apenas podía pensar algo de aquel momento, sólo tenía en mente un leve recuerdo de un dolor repentino en la cabeza y el dolor punzante y arduo de una bala perforando su muslo. Sin embargo, nada de una cara.

—¿Sabes cómo saliste de ahí?—Camons cuestionó.

River iba a contestar pero Cole lo interrumpió.

—Un compañero suyo lo sacó de ahí. Consiguió herir al que lo golpeó , mas no lo mató.

Camons se giró hacia Cole.

—Entonces podemos-

Cole negó.

—No. La sangre que salió de las personas que trataron de llevarse a este niño desapareció, entre la tierra que se levanta, las bombas y sangre de compañeros y enemigos...—Cole hizo una mueca.—Perdimos pruebas.

Último sentimiento (4)Where stories live. Discover now