—Eres un hombre del rey,soldado. Dudo mucho que puedas lidiar con eso. Pero el comandante no bajó la mirada de aquellos ojos color esmeralda. Y en sus labios bailó una sonrisa socarrona.

—Cualquier cosa mujer,y cualquier situación. Incluído el rey.
La gitana lo miró muy fijamente,pero el comandante supo que no lo veía a él,veía hacia su pasado.

Adasiaus caminó con dificultad tratando de arrastrar a Horas,pero era un trabajo difícil,el maldito pesaba más que una mula.

—Puedo seguir caminando, sabías?. Preguntó el gitano mientras observaba como el pobre pequeño batallaba con él. Adasiaus se detuvo un momento para coger aire y lanzarle una mirada se odio al gitano. Resopló.

—Eres grande,pero no eres nada listo. ¿Ves aquellos sombras paradas por aquel rincón? Son soldados,están tratando de esconderse,pero son igual de listos que tú. Se quejó al mismo tiempo que volvía a tirar del brazo de Horas,que lanzó una mirada discreta para dónde había apuntado simuladamente Adasiaus. El gigante murmuró algo que no se alcanzó a escuchar pero Adasius tampoco quería saber.

—Sigo insistiendo en que es una mala idea,¿Qué piensas decirles? ¿Que me desmayaste al primer golpe? Volvió a susurrar molesto. Absolutamente todos lo creían un tonto,nadie le daba la oportunidad de mostrar que no sólo era un bulto de carne gigante. Pero su hermana era distinta,ella veía a través de su corazón y su fuerza. Ella era la única que creía en él,y ahora estaba encerrada en un maldito calabozo. Y era su culpa por haber permitido que ese maldito rey se la llevara.

—Apestas a alcohol. Bien puedes estar ahogado de borracho y haber perdido la consciencia gitano. Horas le lanzó una mirada retadora.

—Ya,ahora entiendo el punto. Pero las estrellas siguen a nuestro favor, supongo que no fue una casualidad que perdieras esa apuesta y tu cabellera con ella, todo era parte de tu plan. Muy listo amigo.

Y Adasius perdió la discusión.

—Callate de una vez.

—¿! Quién anda ahí!? ¡Identifíquese! Ambos soldados corrieron hasta donde Adasius había quedado exhausto. El muy maldito de Horas había soltado todo el peso.

—Compañeros,por fin llega alguien a mi encuentro. Un soldado,el de mayor edad le lanzó una mirada inquisitiva al chico,no recordaba su rostro de nada.

—¿Quién eres chaval? Jamás te he visto. Adasius levantó el mentón un momento y respondió sin titubear.

—Soy nuevo aquí señor. Pero me encontré con este gitano bebiendo y esperé hasta que se ahogara él mismo.

—¿Y qué me importa a mí este gitano?.

—Oh,es mi culpa entonces señor. Creí que debía traerlo. Entre sus murmuros dijo que mataría al rey con sus propias manos por haber robado a su hermana. Ambos hombres se miraron al mismo tiempo entendiendo la situación.

—¡Ehm! Puedes irte muchacho. Te ves cansado,aquí déjalo. Nosotros podemos llevarlo a los calabozos. Adasiaus negó con la cabeza.

—No señor,no quiero abusar de su ayuda. Yo mismo lo llevaré y le informaré a mi superior de esto.

—¡No no no no,chaval! Insisto,ve a descansar. Nosotros avisaremos . Adasius iba a alegar algo,pero ambos hombres arrastraron al gigante con dificultad.

—Ahora todo depende de ti amigo. Susurró el muchacho,deseando que por esta vez Horas actuara como lo que era,una bestia.
Entre ambos soldados trataron de cargar al gigante,pero fue imposible.

—¿Cómo demonios lo arrastró hasta aquí?—se quejó uno de ellos mientras el otro cogió un poco de aire.
—Ni idea,ese chaval a de tener bastante fuerza porque este maldito gitano pesa más que la muerte.

No fue necesario llegar hasta el final del los calabozos cuando Horas se hartó del cuento.

—Hasta aquí pueden dejarme caballeros. Yo sigo por mi cuenta. Los soldados se quedaron perplejos al verlo levantarse y ver la altura de Horas,y no solo eso. Sus enormes dientes que usaba para intimidar. Un solo golpe bastó para darse por rendidos.
Pero el gigante no quiso perder el tiempo con ellos y empezó a buscar a su hermana celda por celda sin alzar la voz. Cuando iba por la quinta celda vio un bulto pequeño casi desnudo en un rincón del lugar. Pero pudo reconocer las prendas brillantes que su hermana siempre usaba y la sangre en sus venas hirvio de coraje. Apretó los puños con fuerza sosteniendo los barrotes. Estos no cedían tan fácilmente,cuando de pronto vio los ojos de Julianna llenarse de lágrimas.

—¡Horas!
Dijo en un murmuro,un quejido leve. Ella abrazaba su pequeño vientre abultado. Quizá fue lo único que ese hombre mitad bestia necesitó. Jaló con fuerza por cada extremo sacando un sucio gruñido,logrando que los barrotes se rindiera a él.
La abrazó con fuerza y le besó la frente. Por fin podía ver a su hermana,por fin podía abrazar a la otra parte de su corazón,la única parte limpia y hermosa que tenía.

De pronto se escuchó el sonido de muchas voces. Ella no dejaba de temblar y llorar,le suplicaba con la mirada que la dejara ahí y escapara. Él negó con la cabeza y los ojos puestos en ella. La cargó sobre su pecho y esperó a que los soldados llegaran. Por las estrellas juró que no quedaría vivo ninguno aquella noche y les cumplió.

(...)

—No deberías rendirte.
El gigante soltó de pronto esas palabras y Gabrielle se giró para verlo.
No sé estaba rindiendo, simplemente entendía que solamente había sido un juguete para Solán. Ese sujeto se había estado divirtiendo a sus costillas y estaba cansado de ese juego.

—¡Bah! Empiezo a entender las torturas que usan para acabar con la guardia del rey. Respondió molesto. Sin embargo escuchó una carcajada salir de Horas.

—Creeme que jamás he torturado a ningún soldado a besos. Siguió riendo,logrando poner el rostro de Gabrielle de un color rojo intenso

—¡No me refería a eso! Negó con ambas manos.

—No hay problema pajarito,no soy alguien que juzgue la vida de los demás,—Vio que Gabrielle iba a decir algo cuando le respondió—No sin que se lo haya merecido. Gabrielle recordó todas las veces que Horas atacó a Malaquías,ese hombre quizá podía ser alguien aterrador pero al final de cuentas era uno de los suyos.

—Como tú digas.
No quiso alegar.

—¿Todo lo que me has contado es...verdad?.
Horas suspiró con fuerza.
De un salto volvió a incorporarse.

—Por desgracia es cierto hijo. Absolutamente todo es verdad,y daría mi vida a cambio de que todo fuera un mal sueño,pero no lo es. Y hasta no terminar esto,nuestra sangre seguirá manchada de muerte.
Gabrielle abrió los ojos con miedo ¿Más muerte?.

—No te asustes pajarito,yo cuidaré de ti siempre,lo prometo.
Horas revolvió el cabello del crío,y lo hubiera abrazado de nuevo si no sintiera que Gabrielle podría echarse a llorar de nuevo. Prefirió dejarlo solo un momento,para ordenar sus ideas de nuevo.
Antes de irse se giró para decirlo algo más.

—No te rindas con Solán,si alguien lo conoce soy yo,y ese barbajan está interesado en ti,no lo dudes.

Gabrielle soltó el aire atrapado en sus pulmones como si lo ahogara. Ya no sabía en qué creer y en qué no. Y si Solán lo tomaba a broma o de verdad lo estimaba. Pero algo si le quedó claro después de esas palabras,a Solán si le gustaba. Y aunque sonara a locura,iba a luchar por aferrarse a ese nuevo sentimiento.

El Color del Dolor Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora