Cap.41

179 27 9
                                    

-Deja de llorar muchacho,yo estaré bien. Gabrielle le estaba dando la espalda a Parminius pero el Comandante podía escuchar cada vez que el chico sorbia la nariz.

-No estoy llorando. Respondió caprichoso. Aunque era más que obvio que lo estaba haciendo.

-Te buscamos muchacho,no tienes idea del tiempo que pasamos buscándote. Sobre todo Amerís. Gabrielle se giró con sorpresa al escuchar el nombre de su amigo.

-¿Sigue con vida?. Preguntó esperanzado. El comandante asintió con la cabeza.

-Y no dejó de buscarte,pero fue herido de gravedad y no hemos sabido nada de él,muchacho. Desde que Amerís se empeñó en buscar a Gabrielle que no se sabía nada de su paradero.-El que te ha buscado sin descanso es tu padre muchacho,no se ha resignado a perderte.

-Lo sé Comandante,a mi padre lo he visto. Parminius se sorprendió.

-¿Cómo es eso posible muchacho? Si has estado preso aquí desde hace mucho tiempo. Gabrielle subió los hombros en gesto de no saber.

-No todo ha sido tan malo aquí señor. Tengo amigos en este lugar. Parminius no podía creerlo. Todo lo que había sabido de esa tribu eran cosas sin sentido.

-Estoy sorprendido. No puedo creer que estés vivo,y tampoco puedo creer que no te hayan torturado. Hasta donde sabíamos cualquiera que caía aquí tenía la muerte segura. Gabrielle negó con las manos.

-¡No! Eso es verdad señor. Todo el que ha caído aquí ha muerto,no hay más presos. Pero es algo largo de contar. Parminius seguía observándolo esperando el momento en el que le dijera todo.

-¿Crees que tengo programado ir a cualquier otro lugar? Puedes empezar a decirme.

Para Gabrielle era bastante confuso de narrar,porque hasta para él era una historia bastante rara. Así que no sabía bien por dónde empezar. Porque Foran le hablaba pero ahora no sabía en qué estado estaba su amistad. Solán lo buscaba, pero no precisamente para ser amigos y Horas,bueno para Horas era una especie de mascota. Realmente no estaba seguro de cómo contar aquello sin quedar como un imbécil.

-Bueno,pues soy amigo de Horas,el gitano gigante que es hermano de Julianna. Al escuchar el nombre de ella los ojos del comandante se humedecieron. Para Gabrielle fue una sorpresa verlo de esa forma. Jamás había visto al comandante de esa forma,tan afectado por
otra persona.

- ¿Podrías por favor dejarme un momento a solas con Parminius, muchacho?. El rostro de la gitana y el comandante se encontraron un momento,y de nuevo el volvió la vista a otro punto en dónde no tuviera que ver su descaro.

-Por supuesto señora. Convino el muchacho al notar la extraña situación entre esos dos. Se notaba que había algo entre ellos,de enterarse Horas el comandante estaría en serios problemas.
Él se cruzó de brazo en forma voluntariosa,aún se sentía herido por la traición.

-¡Parminius! Lo llamó ella al ver que le daba la espalda.-Por favor déjame explicar.

-No es necesario,señora. Algún día podría pasar,estamos en medio de la batalla. Siempre supe que yo lo atraparía o él me atraparía a mí. La forma en que haya pasado no es importante.
Aunque sus palabras eran amables,su actitud fue distante.

-No seas niño, déjame explicar por favor.

-¿Explicar qué? Explotó molesto.- me entregaste a tu gente sin contemplación,no te importó que yo te quisiera. Y se quedó callado por un momento,ella le miró con esos hermosos ojos llenos de sorpresa y él se sintió avergonzado.

-No me quieras Parminius,no soy lo que necesitas. No estoy hecha para nadie,yo traje la desgracia a mi pueblo. Bajó el rostro visiblemente alterada.
Julianna sabía que él estaba enamorado,sería una tonta si no se diera cuenta o no supiera interpretar las señales,pero también estaba consciente que no merecía el amor de ningún hombre después de haberle fallado a su pueblo y haberlos llevado a la desgracia después de haberse entregado al rey.

El Color del Dolor Where stories live. Discover now