Cap.45

156 21 11
                                    

La mujer reconoció de inmediato el camino por dónde la llevaban,quiso escapar. Pero el guardia que la llevaba custodiada le dió una mirada de advertencia. Poulett supo que era inútil tratar de resistirse al arresto. Lo que no comprendió era qué es lo que había hecho. En el pasado había tratado de huir,la última vez que estuvo en el palacio había visto a un joven Rey volverse loco contra todo el mundo. Ese día había muerto mucha gente y ella sabía el porqué.

Su amiga Leatitia había sabido esconder el secreto,en cambio ella,con hijos qué mantener había preferido alejarse. En cuánto supo que la gitana esa estaba de encargo,decidió alejarse por su propio bien. Levantaría más sospechas ella,que la misma Leatitia.

Giró el rostro para buscar una forma de escapar, sentía un dolor recorrerle los huesos,supo que ese dolor se llamaba miedo. Pasó un buen rato desde que la apresaran y aún no llegaba a su destino. En su bolso aún guardaba un poco del pan que el clérigo le habia obsequiado. Iba a darle un mordisco cuando de pronto la verdad le pegó el rostro como un mazazo.

Monseñor la había delatado,no había otra explicación lógica. Nunca nadie había sabido su secreto. Pero ella tontamente había creído que al ser un religioso todo lo que ella pudiera llegar a decir en esos momentos sería como un secreto de confesión. Que equivocada estaba.

—¡Bájate,anciana! Los guardias de su majestad la tomaron con fuerza del brazo y la hicieron caminar con más prisa de la que su viejo y cansado cuerpo podía soportar. Sus pies se enredaron y cayó al suelo. Eso poco le importó al guardia que la tenía en custodia.

—¡He dicho que sigas! De un nuevo jalón la tomó del brazo haciéndola aullar un poco de dolor.

¿Qué era lo que ella había hecho para merecer ese trato? Nada,si siquiera podía recurrir a sus hijos,puesto que ya la habían abandonado a su suerte muchos años atrás. Ahora estaba sola enfrentando a un Rey colérico,y la culpable de todo en aquella noche ni siquiera estaba para merecer su castigo. Leatitia había muerto ya.

Con un fuerte empujón el guardia logró que Poulett volviera a seguir el paso. No le importó que estuviera ya entreda en años. Cuando por fin recorrió el pasillo de la corte,entendió que su vida podía acabar en aquel día. Si seguía guardando la verdad moriría.

Guardó silencio un momento,en su lugar estaba el Rey con aire distraído. Pero también estaba Monseñor Barberino, viéndola como alguien que desea su muerte.

—¿Es esta la anciana que sabe? Preguntó indiferente el Rey. Monseñor asintió sin dejar de verla a los ojos. Esos ojos que encontró intimidantes,no cómo lo habían sido el día que quiso que le contará sus desgracias. Ahora sabía que era un engaño,ese hombre no era de Dios,ese hombre era un demonio que buscaba castigo.

—Sí,es ella. ¡Acerquenla! Ordenó Monseñor,y la anciana trató inútilmente de resistir,pero los guardias le dieron un golpe en la espalda y piernas e hicieron que cayera,ya en el suelo la sotuvieron entre dos de ellos y la acercaron ante el Rey,fue entonces que por fin Phillippe se volvió para verla.

—Anciana,cuéntame lo que sabes de aquella noche.

La mujer negó con la cabeza y los ojos ya inundados en lágrimas al ver que de nada le valía su edad.— si me dices todo lo que sabes,quizá pueda perdonar tu inútil existencia. De lo contrario,no digas nada y ve directamente a la horca por traición,tu decide buena mujer.

Este rey no mostraba misericordia con nadie,en el pasado había sido conocido por su gran corazón y sus grandes hazañas. Ahora,era un títere del clérigo, pensó la anciana.

—Su majestad,tan solo soy una anciana que tuvo la desdicha de estar esa noche en el palacio,temo por mi vida señor.

Para Phillippe era irrelevante todo lo que ella dijera para excusarse. No había hablado,no lo hizo aquella noche que loco de venganza había matado a los guardias que habían ayudado a escapar a la gitana con el bastardo.

El Color del Dolor Where stories live. Discover now