Cap.16

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Ella abrió los ojos con dificultad,jamas había sentido tanto dolor en el cuerpo,y el escozor era aún peor,pero al abrirlos completamente se dio cuenta que ya no estaba en la celda donde le habían destrozado hasta la voluntad. Ahora estaba en una habitación pequeña y austera.

-No es muy grande,pero supongo que es todo lo que hay.
Ella no lo escuchó entrar,lo que le hizo pensar que llevaba tiempo ahí, observándola.

-¿Dónde estoy?. Preguntó, y aunque la sensación era mil veces mejor que estar en la celda,se daba cuenta perfectamente que seguía siendo una prisionera.
El se encogió de hombros y le respondió.

-En mi habitación. Ella no se miraba tan sorprendida como Parminius esperaba que lo estuviera,en realidad se veía mas molesta que sorprendida. La había llevado consigo a pesar de saber lo que ella era,del riesgo que estaba corriendo y de que el mismo Phillippe pediría su cabeza,pero no le importó en lo absoluto al verla casi inconsciente y desangrándose, el problema surgió al verla abrir los ojos y darse cuenta que podía perderse en ellos.

Julianna jaló su mano y no fue una sorpresa encontrar un grillete ahí, era lógico,era una prisionera pero entonces ¿por qué la había llevado a ese lugar? ¿pretendía hacerle algo?. Que ingenuo sería al intentarlo.

-No luches mujer,sólo conseguirás lastimarte.
Ella le lanzó una mirada de odio que el comandante respondió con una cínica sonrisa-Eres muy testaruda,supongo que por eso escapaste y ocupaste su lugar. Debiste quedarte donde estabas y dejar que yo lo atrapara a él en lugar de a ti.

Ella no comprendió muy bien en un principio, pero después se dio cuenta de lo que él estaba imaginando.

-¿Es todo lo que tiene? ¿Embustes y medias palabras?-resopló- No hace muy bien su trabajo si piensa que soy la mujer del fantôme.

-¿Y no lo eres?. Preguntó fallando en simular su interés.
¿Qué diablos tenía esa mujer para dejarlo desarmado? Era inútil negar su belleza, pero él había conocido a muchas mujeres bellas,mujeres de clase alta interesadas en compartir sus sábanas y ninguna de ellas había atrapado su atención como esa mujer.

-No hablaré señor, pueden acabar con mi voluntad,pero jamas con mi lealtad.

¿Lealtad?....

-Tú lealtad es letal mujer ¿Acaso no te das cuenta? -.replicó el comandante.
No sólo era testaruda,también era desafiante. Esa mujer iba a volverlo loco si no le hablaba pronto y le daba algo que le sirviera para atrapar al fantôme. Era su cabeza o la de él y al parecer era lo menos que le importaba a ella.

-Los gitanos somos leales soldado,y jamas te encontrarás con uno que se vaya de la lengua. Parminius la contempló un minuto y aunque ella se había negado a hablar con lo que acababa de decirle muchas cosas tomaban sentido. Los gitanos eran astutos,tramposos, ladrones y ahora sabía que también eran leales. Debió saber desde un principio que todo aquello era culpa de los gitanos y aunque el rey creía que los había desterrado a todos,ahora se daba cuenta que tan equivocados estaban.

-En eso tienes razón mujer,jamas he dado con ninguno que suelte la lengua- Se llevó un dedo al mentón pensativo y afirmó -Excepto por...,hace tiempo detuvimos a dos de los tuyos,ladrones obviamente-se burló -Se les dio el mismo trato que a ti,solo que al dejarlos en su celda algo pasó, no sé que fue,pero amanecieron muertos,que extraño ¿no te parece?.

Él debía estar loco si creía que le diría algo.

-Sí,mucho. Me pregunto qué habrá pasado.
Él sonrió ante su cinismo.

-Supongo que lo mismo ocurrirá contigo si te dejo sola,eso parece ser normal entre ustedes.
Entonces ella supo que no se le despegaría y el veneno que guardaba con ella terminaría por descubrirlo si actuaba mal. La paciencia no era una de sus virtudes y sin embargo agradeció que fuera tan entrometido, tendría tiempo de acomodar sus ideas y despedirse con calma de este mundo y mandar una plegaria para su hijo perdido.

El Color del Dolor Where stories live. Discover now