capítulo 47

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El aire era mucho más pesado y frío que otras noches,le abrazó el rostro con una caricia que le recordó a la muerte. Horas siempre había estado solo,jamás había tenido la compañía permanente de una mujer. Su afecto estaba reservado para muy pocos,por esa razón el corazón le estaba pensando en esos momentos. Dió un largo suspiro y se frotó las manos para entrar en calor. De pronto relajó los hombros al sentir de cerca la presencia de Solán. Sonrió levemente y después se giró lentamente.

—Es la primera vez que me sorprendes. No esperaba verte aquí.

Le dijo al líder de su pueblo. Él estaba parado,con las manos sobre las caderas y una mirada dura,como siempre.

—Ya es muy entrada la noche,no te vi en tu habitación,y vine a buscarte. El único que estaba era ese crío que tanto te gusta proteger,duerme como si no debiera nada.

—¡Nada debe! Es un crío como bien dijiste. Solán resopló molesto e iba a soltar una maldición,cuando Horas lo sorprendió con una declaración nueva que no esperaba.— Voy a dejarle libre,lo llevaré a casa antes de poner en práctica nuestro último plan.

El corazón en el pecho se le aceleró al Fantôme. Irse lejos,esa posibilidad no la había previsto.

—¿Por qué lo harás?. Es un prisionero,no puedes hacer eso.

Por dentro no quería decir esas palabras,pero era más fácil decir esas,que expresar su verdadera realidad. No quería que se fuera de su lado.

—Gabrielle no es un prisionero,hace mucho tiempo que se ganó dejar de serlo. Nadie lo trata como uno. Él recorre este sitio como si fuese su hogar,así que no veo su condición de prisionero por ningún lado

—Pues yo lo estoy diciendo,y eso es exactamente lo que es.

Solán estaba increíblemente molesto con Horas en ese momento. El gitante siempre había sido muy aferrado a sus ideas,y una de ella había sido quedarse con el crío,pero en ese sitio. No dejarlo ir.

—Te recuerdo que me lo obsequiaste, además, él no es un animal. Ese chico se ganó un sitio entre nosotros,pero seamos justos. No debe quedarse en este sitio,no es su lugar. Y no quiero que muera en nuestra última batalla.

El Fantôme se llevó con desespero ambas manos al cabello con ese gesto nervioso que solía tener cuando algo no estaba saliendo cómo él lo quería.

—¡Debes dejarle crecer! Lo proteges demasiado,estás haciendo de él un inútil al no dejarle pelear sus batallas. Todo lo dijo en un grito que pretendió molestar al gitano,pero la expresión de éste era impertérrita.— Lo vamos a necesitar,entre más hombre seamos,más fácilmente ganaremos.

¿A quién quería convencer con esas palabras?. Ni siquiera él las estaba creyendo.

—¿De verdad quieres que muera?. Tú lo amas.

Esa declaración hizo que se le rescompusiera el rostro al líder.

—¿Yo? ¿Amarlo? No sé qué diablos tienes en la cabeza para decir semejante disparate. Jamás habías dicho tantas estupideces,pero debes retractarte.

La furia lo estaba con sumiendo rápidamente,se miraba tembloroso y molesto con ambos puños en los costados ya blancos de tanto apretarlos.

—Todos sabemos que lo amas,para nadie es un secreto. Todos aquí tenemos algo a quién o qué amar. Nos aferramos a ello como si la vida dependiera de eso. Pero puedo ver tu dolor,puedo ver qué estás agotado de llevar la carga de mi pueblo a cuestas. Es momento de que te libere a ti también de este yogo. Puedes irte hijo,puedes irte lejos con la persona que quieres y dejar atrás un pasado que te ha consumido el alma.

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