Cap.31

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Julianna abrió los ojos con asombro,con admiración y extendió las manos hacia el sirviente que hizo una leve inclinación de respeto y ante eso la chica le imitó de igual forma, quizá en aquella región era costumbre hacer una reverencia. El encopetado sirviente con aire pomposo se alejó de la chica sin decir otra palabra,Adasius, que había estado observando desde un árbol miró todo desdén un principio,como había llegado un elegante carruaje hasta la caravana y como los niños se habían vuelto locos con su llegada, como se había bajado un hombre con una ridícula peluca y había preguntado por Julianna mientras daba pequeñas miradas a su alrededor que mostraba el disgusto que le provocaba estar en ese lugar, y como una temblorosa Julianna había extendido sus manos para recibir un trozo de papel que miraba con fascinación.

¡Bahh! ¿Qué tan importante podía contener ese sobre para que ella estuviera tan embobada?
El hombre volteó el rostro con fastidio,nunca había visto a su amiga de esa forma y sinceramente no le estaba gustando nada.
Julianna había corrido con una enorme sonrisa hasta donde se encontraba el padre de Adasius y le había extendido el sobre y el hombre empezó a leer. Al terminar habló con voz fuerte a su gente.

-¡Todos, escuchen! El rey ha preparado una fiesta de bienvenida para nosotros-Al decir aquello las voces estridentes de los gitanos se escucharon con fuerza. Emoción y algarabía se hizo presente entre hombres, mujeres, y niños.

(...)

Antes de siquiera poder decir algo el gitano ya había llegado hasta él y se le plantó de frente esperando algo, algo que Amerís estaba seguro que no pasaría

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Antes de siquiera poder decir algo el gitano ya había llegado hasta él y se le plantó de frente esperando algo, algo que Amerís estaba seguro que no pasaría.
Dio un paso a un lado, pero de nueva cuenta el gitano se puso frente a él. ¿Qué diablos pretendía haciendo aquello? Burlarse de él seguramente.

El alcohol en sus venas le tenía mareado, pero no lo había embriagado tanto como para perder la razón y hacer semejante estupidez.

—¿Qué esperas? Estoy esperando que me cierres la boca. Malaquias mantenía esa mirada turbia y la sonrisa petulante que tanto molestaba al soldado, ni siquiera aunque fuera el último ser de la tierra le besaría, no, no a él.

—Estas loco si crees que voy a tocarte,no hay suficiente alcohol que me haga perder la razón de esa forma. El gitano no le quitó los ojos de encima,no dijo nada,quizá y entendía que lo que estaba diciendo era una completa locura. O quizá no.

Antes de que sus torpes pies le ayudaran a huir, el gitano ya había logrado tomar sus mejillas con ambas manos y había atraído su rostro. El soldado temió que en un arrebato de pasión o quizá de locura el gitano le apresara la boca con la misma desesperación que había hecho con el sujeto con el que lo había sorprendido, e hizo el intento de apartarle bruscamente... Pero no.

Los labios del gitano buscaron los suyos con una increíble suavidad que lo tomó desprevenido y lo desarmo desde sus cimientos. Su lengua ardiente se abrió paso entre su boca y se apoderó de toda su voluntad. ¡Maldición! ...

El Color del Dolor Where stories live. Discover now