14.- El guardián de la cámara

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El verano hasta el momento estaba resultando provechoso. Los duendes eran de lo más útiles cuando se sabía estar en sus gracias. Tres semanas de aire libre, tranquilidad relativa, buena comida, razonables cantidades de descanso y ejercicio habían obrado maravillas por el físico y la magia de Severus, que parecía incluso casi una década más joven, solo las líneas en torno a sus ojos traicionando su edad. Más fuerte, ágil y poderoso... y ahora que el lento pero constante drenaje de su fuerza vital y magia había terminado, más resistente. Su cuerpo y su foco mágico llevaban lidiando casi dos décadas con un sobreesfuerzo continuado, mientras tenía que hacer frente a sus actividades cotidianas. Al final, lo que no te mata, te hace más fuerte.

Evans y él habían recopilado todo lo que encontraron sobre la marca de Slytherin. El diseño original estaba documentado con el uso de una rara runespor. El eterno motivo casi siempre se enroscaba en torno a una espada, en ocasiones una lanza o unas flechas. El encantamiento original lo encontraron en Gringotts, rebuscando entre las cosas almacenadas en las cámaras de Slytherin, que llevaba siglos sin ser abierta.

El proceso legal para conseguir que los duendes le diesen acceso a las mismas no fue excesivamente largo. Al fin y al cabo, ya habían realizado las pruebas de genealogía que demostraban sus ancestros. Simplemente con ello, tenía acceso a las cámaras que habían ostentado Margaret Steel, los fallecidos Gaunt y asombrosamente, Tom Riddle. Los duendes consideraban que su propietario estaba indudablemente "no vivo", aunque también quizás "no muerto" e incapacitado; pero como su único pariente vivo, le dieron acceso. También le otorgaron el título de Heredero de Slytherin. Al parecer, no podía ser Lord hasta que tomase posesión de la cámara de Slytherin. Lo único restante por hacer era someterse ante la prueba de la bóveda de Slytherin, y si el guardián de la misma le juzgaba digno, tendría acceso a la cámara de uno de los fundadores.

Evans y Severus descendieron a las entrañas de la tierra, tan abajo que comenzó a hacer frio. El duende les dejó frente a una enorme puerta, abrazada por la serpiente más grande que Evans jamás hubiese visto. Con un carraspeo el duende murmuró:

– Para pasar la prueba... tiene que poner la mano entre las fauces y dejar que le muerda para verificar su identidad... y no sabemos más. Hace siglos que nadie se enfrenta al Guardián.

Severus miró con el ceño fruncido al duende y Evans susurró, leyendo con facilidad los intrincados y retorcidos cuerpos de pequeñas serpientes que rodeaban la monumental puerta:

Bienvenidos los que vienen buscando el legado de mi estirpe. Deja que el guardián de la puerta juzgue tu sangre y tu valor... o márchate de aquí sin ser juzgado, indemne y renuncia al saber de tus antepasados.

El joven avanzó deslizando delicadamente y con reverencia, las manos por los enrevesados motivos de serpientes que adornaba el contorno de la madera, mientras Severus avanzaba hasta ponerse a su lado y pedirle suavemente que tradujera sus palabras. El hombre escuchó de nuevo y murmuró:

– Explica por qué la Casa de Slytherin se creía extinguida desde hace tanto tiempo. Nadie se ha atrevido a pasar la prueba... Y con razón... Evans... es demasiado riesgo, no sabemos que puede suceder...

El jovencito miró de nuevo la puerta, los arabescos de serpientes y la enorme serpiente constrictora que formaba un símbolo de infinito sobre ella, la cabeza reposando junto a la cola en el cruce de su cuerpo. No podía estar 100% seguro, pero... no percibía mala intención o maldad... suspiró y susurró:

– Severus... esto no es más que otra prueba de mérito, quizás para dilucidar el más capacitado entre dos posibles herederos... tal vez para un extraño o un impostor esto fuese peligroso, pero ninguna cabeza de familia pondría en peligro a sus propios descendientes...

Una Pareja ImposibleWhere stories live. Discover now