I. Ante la tormenta

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Época actual
4:30 de la tarde
Casa Higurashi

Kagome, con determinación, organizaba meticulosamente cada objeto en su mochila amarilla mientras recitaba mentalmente la lista de provisiones para sus compañeros en la era feudal.

—Prometí llevarle a Kirara su comida favorita, a Sango este pan dulce especial, a Inuyasha sus sopas instantáneas, al monje Miroku estas bebidas... y los dulces para Shippou, -murmuraba Kagome mientras acomodaba cada elemento en su lugar designado.

Al notar que faltaba algo crucial, Kagome frunció el ceño, sus ojos avivados por el recuerdo repentino.

—¡Casi lo olvido! Necesito mi botiquín para poder ayudar y curar a mis amigos, -se dijo a sí misma con determinación.

Con un llamado a su madre, Nahomi, Kagome solicitó ayuda para reabastecer el botiquín con los suministros necesarios. La madre, atenta y cariñosa, tomó vendajes y alcohol, colocándolos cuidadosamente en el botiquín y luego dentro de la mochila de Kagome.

—Gracias, mamá —expresó la joven Higurashi con gratitud, sabiendo que estos simples gestos de preparación podrían hacer una gran diferencia en las aventuras que le esperaban en la era feudal.

Souta, con una mirada preocupada, se acercó a su hermana Kagome, observando la sobrecargada mochila con gesto dubitativo.

—Hermana, ¿no crees que llevas demasiadas cosas en esa mochila vieja?, —cuestionó Souta con inquietud evidente en su tono de voz.

Kagome, con seguridad, respondió: —¡Para nada! Solo llevo lo indispensable.

Nahomi, con una sonrisa comprensiva, intervino:

—También pienso que llevas mucho en esa pobre mochila. No deberías cargar tanto en ella. Está tan viejita y rasgada que no me imagino cómo es que te aguanta tanto.

Entre risas, Kagome admitió: —¡Ya lo creo, mamá! La he llevado de aquí para allá, de aventura en aventura, prácticamente de una punta a otra.

—No me sorprendería que pronto se rompa —añadió Souta, con un aire de predicción.

—¡Rayos, está muy pesada! —exclamó la joven sacerdotisa.

Justo en ese momento, mientras ella ajustaba la mochila sobre su espalda, un sonido de costuras cediendo se hizo presente. La mochila se desfondó desde abajo, esparciendo todos los objetos en el suelo con un estruendo repentino.

Observando con incredulidad, la azabache miró casi en cámara lenta cómo la mochila se deshacía, dejando al descubierto todos los elementos que había intentado transportar.

La escena terminó con Kagome y su familia rodeando los objetos esparcidos en el suelo, mientras intentaban contener la risa y ayudar a la chica a recoger sus pertenencias dispersas.

La joven, con pesar, observaba su mochila rota mientras recordaba su significado sentimental. Angustiada, se dirigió a su madre en busca de una solución.

—Nooo, ¡mi mochila! Me la había obsequiado mi papá. Mamá, ¿crees que se pueda arreglar? —expresó Kagome con un tono de esperanza en su voz.

—Es probable hija, pero temo que no va a durar mucho más. Se rompió por completo desde la parte de abajo y se necesitará ayuda de un experto para repararla —respondió la mayor mientras examinaba detenidamente los daños.

Kagome se sintió desanimada al darse cuenta de que su querida mochila no podría ser utilizada de nuevo. Con preocupación, se preguntó: —¿Y ahora en qué me llevaré todas las cosas que tenía que llevar?

Out of timeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora