XL. El despertar

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Época antigua

La neblina alrededor de Kagome comenzaba a disiparse lentamente, como si su presencia irradiara una purificación que se extendía a su alrededor. Sus ojos se posaron en el rostro desencajado de su amado Lord, notando con dolor las lágrimas de sangre que surcaban su semblante. El verlo sumido en tal sufrimiento, le generó una angustia insoportable, llenando su ser de una pena sin precedentes.

Con un dolor indescriptible en el pecho, la joven soltó con suavidad y reverencia el cuerpo de su amada madre sobre el suelo. Con pasos decididos, se puso de pie, y una energía misteriosa comenzó a emanar de su ser. Destellos púrpuras, rosas y azules danzaban a su alrededor, como si fueran una manifestación de las emociones tumultuosas que bullían en su interior.

La luz que irradiaba la bella azabache se intensificó, sus manos comenzaron a brillar de manera inexplicable, al igual que sus ojos, llenos de una resolución firme pero llena de tristeza

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La luz que irradiaba la bella azabache se intensificó, sus manos comenzaron a brillar de manera inexplicable, al igual que sus ojos, llenos de una resolución firme pero llena de tristeza. De repente, una luz cegadora se formó frente a todos los presentes en el campo de batalla, una luz tan radiante que desafiaba cualquier explicación lógica.

El resplandor se expandía, envolviendo a la chica en un halo de poder y energía, como si su alma estuviera convocando una fuerza ancestral. El brillo deslumbrante iluminaba cada rincón del campo de batalla, eclipsando todo lo demás con su luminosidad.

Los presentes observaban con asombro y temor, con los ojos entrecerrados debido a la intensidad de la luz cegadora. Kagome parecía ser el epicentro de un fenómeno inexplicable, sus poderes y emociones alcanzando un punto crítico, listos para desencadenar algo que cambiaría el rumbo de la batalla y de todo lo que rodeaba aquel momento crucial.

Lentamente, Sesshomaru dejó con cautela el cuerpo inerte de su propia madre, mirando con determinación y un toque de asombro cómo Kagome se erguía en medio de la esfera de luz. La imponente luz cegadora proyectaba su resplandor sobre ella, formando una barrera luminosa que se expandía hacia los alrededores.

 La imponente luz cegadora proyectaba su resplandor sobre ella, formando una barrera luminosa que se expandía hacia los alrededores

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Impulsado por una mezcla de inquietud y determinación, el DaiYōkai avanzó hacia su amada con paso firme. La necesidad de estar junto a ella y brindar apoyo en aquel momento crucial lo condujo a extender su mano hacia Kagome, buscando un vínculo que transmitiera su apoyo y solidaridad. No obstante, al acercarse, la misma luz que la rodeaba lo envolvió a él también, rodeándolo con su fulgor brillante.

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