XXIV. Recuerdos o... ¿pesadillas?

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—Dime, acaso... ¿eres tú la responsable de lo que ha sucedido?... ¿eres tú la que lo causó? 

—Realmente todo es cierto, pero todo tiene una finalidad ¿lo recuerdas?... hace tiempo hablamos de la vida, el tiempo y este pequeño mundo — daba un suspiro  mientras veía el cielo — es una noche solitaria, sin embargo estás aquí... ¿cómo podría mentirte?

—¿Por qué?... ¿por qué lo hiciste? ¿acaso no te importó en lo más mínimo lo que yo pudiera opinar o sentir?

—Todo lo contrario, tú me importas tanto que por eso tomé la decisión de acceder —  decía mientras se acercaba a tomar el rostro de su acompañante.

—¿Por qué no me permitiste ayudarte? o al menos... al menos... — sollozaba en las manos de la mujer — no lo permitiré, no te dejaré hacerlo, ¡no sin mí! —proclamaba con lágrimas y desesperación .

—Me duele tanto como a ti separarme de ti, no quiero que tú dejes este plano existencial, yo... yo daré mi vida...

[...]

Tokyo

Época actual

"Recordaba esas palabras, esas amargas y dulces palabras que salieron de mi boca, sentí el dolor y el amor que me produjeron; no entendía el por qué, solo que después de ese domingo donde ambos declaramos nuestros sentimientos, no he dejado de tener ese tipo de sueños. Tal vez sean solo pesadillas o quizás solo sea algún recuerdo de mi vida pasada, desearía ser la que tuviera todas las respuestas para poder dirigir nuestro destino". —pensaba ensimismada la azabache mientras cepillaba su cabello alistándose para ir a la escuela.

Unos ligeros golpes en la puerta sacudieron a la joven fuera de sus pensamientos

—Kagome, ¿puedo pasar? —preguntaba un lord con una voz tan suavizada, que si alguien que lo conociera del pasado probablemente hubiera salido huyendo del lugar aterrado.

—Adelante Sessh —respondía la joven del otro lado de la puerta.

El Inu entró a la habitación de la mujer, sentándose a un costado de la chica, en un ligero movimiento tomando el níveo rostro de la azabache un beso en la mejilla fue plantado, dejando a un par de enamorados sonriéndose mutuamente.

—Kagome, dime ¿hay algo que te preocupa? —interrogaba el joven.

—No realmente, es solo que... —la chica calló, no sabía como decirle aquello.

—¿Solo qué? —cuestionaba el peliplateado.

—No, nada. Tranquilo encontraré la forma de comprender y te lo diré a su debido momento —comentaba la mujer con una ligera y nerviosa sonrisa.

—Sabes, siempre te escucharé, por eso te pido que me tengas la confianza, quiero ser un gran hombre para ti —aseguraba el demonio tomando de las pequeñas y delicadas manos de la Higurashi. 

—Lo sé —posaba su frente en la del hombre —solo que ni yo sé como podría explicártelo, necesito más pistas para poder relatarte aquello que altera mi corazón, por eso te pido que me permitas acomodar mis ideas y después teniendo la respuesta te la diré. Te pido que confíes en mí, por favor.

—Está bien, creo en ti. Solo no me ocultes nada —dijo dándole un suave beso en las manos de la miko. 

[...]

"El día ha transcurrido igual que siempre, pero estar junto a ti lo hace ser mucho mejor. Te amo y jamás me cansaré de decírtelo". —Decía para sus adentros la joven mujer, mientras contemplaba la luna, aquel astro que le recordaba a su amado.

[...]

—Yo daré mi vida a cambio de la tuya, deseo que tengas una vida larga y prospera, amor mío —con estas últimas palabras la mujer tomó del rostro a su amante para brindarle un beso largo y lleno de amor, añoranza y despedida. —Te amo y jamás me arrepentiré de mi decisión, hoy me despido de ti amor de mi vida y dueño de mi ser, hasta pronto amado mío —con estas últimas palabras y lágrimas amargas, en un suspiro la mujer dejó el mundo de los vivos.

Un grito desgarrador podía escucharse en todo el prado seco, haciendo eco en lo más profundo de los bosques y resonando tan profundo en los corazones de aquellos que lo escucharon. Derramando lágrimas de sangre el hombre gritaba al cielo, gritándole a la luna expectante de los hechos, pidiendo e implorando por un trato, aquella voz que dejaría helado y petrificado a cualquiera, por el simple hecho de lo que transmitía ese hombre que tenía en sus brazos a la que era la dueña de su ser... y fue escuchado...

[...]

Un poderoso demonio despertaba sudando, tocándose las mejillas y los ojos, dándose cuenta de que su rostro y su almohada estaban empapadas de las lágrimas que derramó a causa de aquel sueño tan angustiante y penetrante hasta los huesos.

Japón
Época Sengoku

Un joven hanyö peleaba arduamente contra una de las marionetas de aquel ser que todos detestaban, mientras tres humanos y una nekomata luchaban a la par contra miles de demonios. 

Las fuerzas de los humanos decaían, la sacerdotisa y el monje uniendo sus últimas fuerzas sacaron un par de rosarios creando una barrera protectora; mientras la joven cazadora de demonios tomaba en brazos a su pequeña y fiel amiga Kirara, lanzaba un poderoso ataque en contra de la marioneta para despejar la atención del mitad bestia, quien sin decirlo se sentía agradecido por su amiga, cargándola y dirigiéndose a la barrera para poder escapar y recuperarse de las heridas.

—¡Inuyasha! —gritaba a lo lejos un demonio kappa, quien montado sobre un dragón de dos cabezas se acercaba al grupo herido y cansado.

—Fheh, Jaken ¿por qué apareces después de la batalla? —mencionaba arrogante el híbrido de cabellera blanca.

—Tenía asuntos que atender y mandados que hacerme, Inuyasha —decía la majestuosa Inu Kami, quien aparecía tras disiparse el as de luz.

—Señora Irazue —reverenciaban todos los humanos.

—Aún les falta mucho por entrenar — decía mientras miraba fijamente al hombre de prendas moradas —Monje, acércate.

El hombre un poco asustado y asombrado por la atención sin chistar se acercó de prisa a la deidad.

—El veneno que has absorbido debe quemar o ¿me equivoco? —decía alzando una ceja la mujer

—No señora, a pesar de mi entrenamiento aún no soy inmune a los venenos —respondía tratando de no desvanecerse frente a la Inu Kami.

—Si tus fuerzas han cedido deja de fingir, ya puedes descansar, le he pedido al viejo Kappa que los acompañe al castillo de la luna, descansen por hoy para continuar por la mañana, los veré en el castillo. 

—Jaken, mi señora —murmuraba y suspiraba un abatido kappa.

Tras estas palabras la deidad desapareció en un abrir y cerrar de ojos.

—¡Fheh!, nunca los entenderé, se nota que es su madre.

—¡Monje Miroku! —gritaba la taijiya tratando de sostener al höshi que se había desplomado en su regazo.

—Déjame ayudarte Sango —acudía la sacerdotisa.


A mis lectores: 

Muchas gracias por seguir apoyando esta historia, agradezco de corazón la espera, espero que el capítulo sea de su agrado. No olviden comentar. Les mando un fuerte abrazo y nos seguimos leyendo. Mil gracias por seguir leyendo.

Out of timeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora