VIII. Lago Espejo

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Época Antigua

Un joven híbrido con orejas de perro tomaba las frías manos de la que siempre sería el amor de su vida, sentía un enorme pesar por lo que aquella mujer pudiese decirle o quizás lo que le pudiese suceder, ya que dado un tiempo hasta el momento no había aparecido ninguna de esas afamadas serpientes cazadoras de almas; sentía tanto remordimiento en su corazón por todos sus errores del pasado y los más recientes, ocurridos a quienes fueran sus primeros amigos.

—Inuyasha... deseaba verte —suspiró con dificultad la muñeca de barro que a penas podía sostener las palabras en su boca.  

Inuyasha se acercó aquella mujer que sólo lo veía con una triste y fatídica mirada sus ojos ya no demostraba nada y sobre todo el calor de su cuerpo había desaparecido sin más. —Kikyo ¿Qué sucede?— preguntaba el hanyou con un notorio desasosiego.

 —Quiero pedirte... que me lleves al lago espejo... ngh — La mujer le pedía al híbrido con un tono de dolor incesante en su interior, que a su vez trataba de no denotarlo ya que el híbrido se preocuparía por ella pero era obvio qué a los ojos y oídos del mismo no pasaría por desapercibido y sólo generaría más incertidumbre en su alma. 

Inuyasha preguntaba los motivos de aquel favor, pero la mujer de barro tampoco estaba segura, sólo tenía en claro que tenía que ir a ese lugar, dado que su alma estaba inquieta y no perdería más tiempo porque ya sabía que se encontraba entre la espada y la pared al no saber qué sería lo que tendría lugar con ella, su misma alma estaba atrapada y no había manera de volver atrás. 

Estas últimas palabras dejaron al hanyou en completo shock. No sabía qué decir, no sabía qué hacer, su mente se descontrolaba con cada pensamiento, los últimos hechos eran un infierno para él, las dudas lo carcomían y el temor de perder al ser que más ha amado en toda su vida lo acongojaba demasiado; no sabía qué decir o como reaccionar, por tanto se limitó a acatar lo dicho por la joven moribunda, la tomó en brazos y la acomodó de manera que no se sintiera incómoda la joven. esta última le iba indicando el camino para llegar a determinado lugar.

El monje, la exterminadora de monstruos y la sacerdotisa de edad avanzada escucharon cada una de las palabras de aquella fría mujer, y con una distancia prudente siguieron los pasos del hanyou.

Época Moderna

16 hrs.

Una joven azabache se encontraba reposando en un suave futón al estilo japonés antiguo, a su lado se encontraba un poderoso demonio de pelo blanco, sereno, con los ojos cerrados y con un mar de pensamientos qué trataba de desenredar uno a uno, dados por los acontecimientos previos y sobre todo aquello que desconocía por completo como lo era la mujer de edad avanzada, qué les dio posada en su casa que emitía una energía extraña a su parecer. Pronto su sereno semblante comenzaba a perderse, en vista que no encontraba la respuesta.

Poco después  la joven azabache no tardó en despertar, ésta miró al demonio, le sonrió, se sentó en su futón y le preguntó al joven lo que había ocurrido antes de su desmayo, a lo que el joven solo respondió — Mujer, no tengo esa respuesta. Perdiste tú energía y debes hablar con aquella anciana— El joven peli plata le instaba a la muchacha que se levantará y hablará con aquella vieja, puesto que había pedido respuestas con anterioridad y ésta le negó la respuesta, hasta que la joven de cabello negro despertara.

La joven de pelo negro se levantó y se aproximó a la anciana, seguida de esta iba el joven demonio; ambos se sentaron juntos frente a aquella mujer de energía extraña y está comentó:

 —Querida Kagome, yo sé que tú no me conoces, pero yo a ti sí . Te conozco más de lo que crees, sé quién eres y quién realmente eres, conozco cada uno de tus sentimientos y sobre todo conozco tu mayor secreto, un secreto que ni tú misma sabes. Te pregunto yo ¿crees qué es coincidencia encontrarnos en este punto de la vida?, ¿crees en la casualidad?, las cosas suceden en esta vida por algo y esto es sólo el inicio de todo lo que se aproxima. — la anciana hablaba tranquila —Joven Sesshoumaru, conozco muy bien a su padre y a su madre, ambos poderosos Inu Daiyoukais. Y por lo mismo, lo conozco muy bien. Sé quién es y  puedo decirle con toda seguridad y franqueza que usted superará a sus padres, tanto en poder como en sabiduría—. La anciana argumentaba mientras observaba a ambos jóvenes, hizo una breve pausa levantándose de su lugar para servir 2 tazas de té.

Out of timeWhere stories live. Discover now