XXVI. Nuestra misión

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Tokyo 

Época actual 

11 a.m.

Era una mañana normal todo parecía ir tranquilo,  mientras por la ventana de la habitación de una joven azabache se asomaban finamente los rayos del sol, llegando a los ojos de una pareja que yacía dormida en la cama; ambos despertaron poco a poco y sin más se miraron a los ojos perdiéndose en sus miradas, encontrándose ámbar y café. 

De repente algo hizo clic en la cabeza de la chica, era día de escuela, se habían quedado dormidos, estaba que no se lo podía creer, ¿por qué no la despertaron?, se preguntaba, estaba a una semana de vacaciones y ella quedándose dormida, qué burlona era la vida, se quedó dormida al lado de su amado de cabellos plateados y no existía nada más hermoso que esa tierna escena; la chica le plantó un suave beso al joven levantándose rápidamente de su cama para correr y revisar el reloj, solo que cuando menos lo esperaba ya llevaba dos horas de retraso, lo único que sonó en su habitación fue un suspiro cargado de alivio, no iría a la escuela.

Quizás el hecho de no dormir bien la noche anterior fue lo que permitió que no sintiera el tiempo —pensó la joven.

Ella se había quedado dormida en los brazos de su enamorado y por ende eso la había hecho descansar mejor que nunca, al caminar, la joven tropezó con la alfombra de su habitación asustando al poderoso demonio quién alcanzó a tomarla en brazos antes de que recibiera un fuerte golpe. Ella solo rió nerviosamente y dijo —no recuerdo cuándo fue la última vez que caí rendida, gracias por quedarte conmigo Sessh — el la abrazó y le plantó dulce beso en la frente para disponerse a salir de la alcoba.

Tiempo después los jóvenes bajaron a la sala, pero al llegar  ambos notaron que no había nadie, encontrándose con una nota de su mamá que decía "No quisimos molestarlos, Sota está en la escuela y llevé a los niños conmigo por las compras. Sigan descansando otro rato, antes de su misión"; la pareja se miró dudosa por lo que decía la carta, no comprendían del todo pero era algo que sabían que era inevitable.

Instantes después ella corrió a la cocina para comenzar a preparar algo de desayunar para ambos, pero el albino no se quedó atrás, tomó uno de los mandiles de la cocina y pidió las instrucciones a la azabache, quería ayudarla en todo, después de todo eran oficialmente una pareja y él como buen hombre no quería dejar a su mujer hacer todo sola.

[...]

Más tarde la pareja se encontraba desayunando, cuando el timbre sonó, la chica se levantó a abrir la puerta, sin embargo el joven Inu ya sabía de quién se trataba, la misma mujer que lo obligó a trabajar, su progenitora, probablemente vendría a darle un sermón sobre no ir a trabajar —que dolor de cabeza —pensaba el Dai Youkai.

—Mi adorada Kagome —decía eufórica la bella mujer de cabellos blancos.

—Irazue sama —saludaba la azabache con una sonrisa

Osh, no no, Kagome, mi adorada Kagome, por favor llámame mamá Irazue —decía dramáticamente la imponente demonio con una risa pícara y sugestiva.

La joven Higurashi se había convertido en la envidia de las fresas, su rostro estaba tan ruborizado por el comentario y el tono, que solo rió nerviosamente y miraba de reojo a su amado Lord, que si no fuera por lo poco expresivo que eran sus ojos, estos habrían saltado de sus cuencas.

Fufufu, no te ruborices hija mía, era simplemente inevitable —le guiñaba el ojo, mientras pasaba al comedor para saludar a su hijo, quien la miraba con ganas de degollar a alguien —si tan solo no fuera mi madre —pensó el demonio albino.

—Oh no, mi querido Sesshomaru, sería imposible que pudieras lastimar a tu joven y bella madre —comentaba mofándose de su descendencia.

—Gus...gusta una tacita de café —tragó de golpe la joven aguantando la respiración —ma...mamá Irazue —dijo soltando un suspiro cargado de vergüenza. 

El Lord del Oeste no pudo más con lo que la chica había dicho y se ruborizó, giró su cabeza para que no lo vieran, pero, fue imposible, ambas mujeres estaban más que asombradas.

Fufufu, eso fue increíble hijo mío —tomaba asiento la mujer para comenzar a hablar —En fin, ya que ambos están presentes, es mi deber comentarles que el momento se acerca para ambos.

En ese preciso momento la puerta de la entrada principal se abrió, dejando ver al conocido grupo de ancianos, quienes caminaban lentamente hacia la sala.

—Mi adorada Kagome, te he extrañado mucho —decía la vieja Higurashi, quién tomaba a su sobrina brindándole un cálido abrazo.

—Mi nieta, ha pasado tanto que no nos hemos visto, espero que estés comiendo bien —opinaba el abuelo Higurashi, quien abrazaba a su nieta tiernamente. 

—Sacerdotisa Kagome, Lord Sesshomaru —reverenciaba el viejo monje.

—Bueno estamos casi completos, pero nuestros últimos invitados llegarán más tarde, por el momento comencemos —espetaba la Inu Kami generando intriga en los enamorados.

—Kagome, Lord Sesshomaru, sabemos que sus memorias se están comenzando a restaurar, eso quiere decir que su misión está más cerca, y esa infernal guerra está a la vuelta de la esquina —exponía el abuelo.

—Jóvenes, nosotros no podemos decirles más sobre sus vidas pasadas, eso no nos corresponde, para eso deberemos esperar a nuestros invitados —explicaba el viejo monje.

—Mi dulce Kagome, mi estimado Lord, deberán entrenar exhaustivamente para fortalecer sus almas y habilidades; como sabrá mi Lord, Kagome tiene un aura muy diferente a la de antes y esto se debe a que el sello que fue roto dio paso a los verdaderos poderes que se le fueron entregados.

—Querida tus amigos han estado entrenando integra y cabalmente sus habilidades, tu amiga la exterminadora ha progresado increíblemente, ese boomerang fue modificado por el maestro de las pociones y bendecido por la luna, mientras tu compañero Höshi ha logrado la inmunidad contra los venenos. La sacerdotisa de tiempos antiguos ha elevado su reiki, mientras que el hanyou ha adquirido nuevas habilidades y destrezas en batalla —añadía la demonesa.

La chica de cabellos negros no pudo evitar soltar una lágrima de alegría, los extrañaba mucho y saber que han estado entrenando para apoyarlos la hizo sentir realmente agradecida y nostálgica.

El albino solo escuchaba atentamente lo que  decían en esa reunión, cuando a su nariz llegaron varios aromas que reconocía perfectamente, su memoria era infalible y jamás lo traicionaría.

El timbre volvió a sonar, la Inu se levantó para recibir a los misteriosos invitados, dejando pasar a una anciana bien conocida por todos y un par de demonios, el amigo Kyübi y el Ökami de cabellos azabaches. La pareja no cabía de su asombro, ¿quiénes... quiénes eran ellos?

—¿Creen en las coincidencias? —La vieja mujer habló.

Out of timeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora