XXXV. El camino hacia el final

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Tokio
Época moderna
8 p.m.

Una joven de cabellos negros platicaba con su anhelado amado referente a la situación actual en la que se encontraban ambos sobre la pronta batalla que se llevaría a cabo y varias lágrimas comenzaron a derramarse de sus bellos ojos.

El albino buscaba una manera para consolar a su amada, no deseaba que nada malo le sucediera y esperaba y tenía fe que lograrían salir adelante. Era un lord tan orgulloso que no consideraba una lucha perdida, la que se avecinaba, tenía un ego tan grande que él aseguraba que se ganaría la batalla y él confiaba plenamente en las capacidades de la joven sacerdotisa.

—¡Oh querido! —le llamó—, realmente me preocupa mucho esta situación, no deseo que nada malo te suceda porque si así fuera volvería a morir una y mil veces por volver a estar contigo no quiero separarme de ti.

El imponente demonio no pudo más que derretirse ante las palabras de la mujer, la tomó de su bello y fino rostro, la acercó y le dio un suave y delicado beso. Después le brindó un abrazo tan cálido y reconfortante que los sollozos de la mujer cesaron y ella poco a poco empezaba a cerrar sus ojos cayendo en brazos de su joven prometido.

La joven mujer despertaba sintiéndose completamente feliz y a gusto. Se dio cuenta de que estaba los brazos de su más grande tesoro, le brindo un beso en la mejilla y recorrió uno de sus mechones para colocarlo detrás de la oreja.

Se quedó observándolo un rato, admirando y apreciando cada una de las facciones del hombre y este al sentirse observado decidió regalarle una dulce y tierna sonrisa a la azabache.

—Buenos días, Kagome —dijo el albino y le dio un beso en la frente a la mujer.

Instantes después de tan conmovedora escena, alguien tocó a la puerta, era nada más que nada menos que uno de los empleados híbridos que tenía la dueña del lugar.

—Amo Seshoumaru, su madre los espera en la sala de juntas —dijo el demonio Kappa.

Ante esto la joven dio un respingo y el hombre soltó un bufido de desagrado, no querían levantarse ninguno de los dos, pero sabía que tenían que continuar porque había una lucha que pelear, se levantaron juntos y se dirigieron a la sala donde ya les esperaba.

Rato después, Kagome y Sesshoumaru esperaban en una habitación decorada con lujosos tapices y antigüedades. Irasue, la madre de Sesshoumaru, una figura imponente y sabia, entró con elegancia, llevaba puesto su tan característico kimono blanco como la nieve y su cabello plateado fluyendo detrás de ella.

—Kagome, Sesshoumaru, me deleita estar con ustedes, hijos míos —dijo Irasue con una sonrisa suave.

Seshoumaru asintió en señal de respeto. —Madre, estamos agradecidos por tu tiempo y consejo.

Irasue se sentó en un sillón cerca de ellos y comenzó a relatar los últimos eventos.

—Naraku y Akutoshi han estado reuniendo seguidores y acumulando poder en las sombras. Se han vuelto más peligrosos de lo que jamás hayan sido, y su alianza es preocupante.

Kagome frunció el ceño. —¿Tiene información sobre su ubicación o sus planes específicos?

Irasue asintió. —Mis espías han detectado que Naraku y Akutoshi han establecido su base en una fortaleza en las montañas del Norte. Parece que están preparando un ritual para liberar a aquel antiguo poder oscuro.

El poderoso demonio Inu apretó los puños con determinación. —Hmph, entonces debemos actuar pronto.

—Pero antes, ¿qué hay de nuestros amigos? ¿Cómo han progresado en su entrenamiento? —preguntó la sacerdotisa.

Out of timeWhere stories live. Discover now