XXXIII. Rencor y amor

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Época moderna
8:25 AM
Tokio

Un par de jóvenes despertaban de un sueño infernal; el cansancio y el dolor de su cuerpo, el sufrimiento y la agonía de su corazón, sentían un malestar terrible en el estómago, su mente daba vueltas, ambos sentían las ganas intensas de vomitar, pero, al observarse mutuamente a los ojos, sus miradas reflejaban una tristeza tan profunda y un amor inconmensurable. A pesar de lo que sus pobres cuerpos sentían, ambos exaltados se abrazaron, se dieron un beso, uno por el cual sentían qué el alma se les desvanecía. Ambos habían despertado en la cama de la azabache, no necesitaron palabras, sus rostros bañados en lágrimas por la profunda desesperación de la pérdida del otro lo expresaban, se abrazaron como si temieran perderse y olvidarse y así de ambos en la habitación sonó tan etéreo un te amo.

Después de sonreírse y tomarse de las manos por un breve momento, la cabeza de ambos empezó a dar vueltas llevándolos a una inconsciencia absoluta de cansancio. Ambos habían caído en un sueño profundo y reparador.

A la mañana siguiente, ambos nuevamente despertaron, se miraron a los ojos, se sonrieron y se volvieron a besar; se dispusieron a tomar una ducha, cada quien en su respectiva habitación y posteriormente bajar por algo para desayunar, ya que ambos cuerpos se sentían sin las fuerzas suficientes para continuar el día.

Al terminar todas esas actividades, los jóvenes se encontraron en la cocina con las dos mujeres que eran sus progenitoras y a un lado de ellas la mujer que les hacía sentir demasiado rencor, esa vieja mujer de cabellos canos. Ambos hicieron una reverencia al entrar al comedor y la azabache mayor comentó:Kagome, qué bueno que has despertado, hija mía. Me imagino que han de estar hambrientos, les he preparado un delicioso y nutritivo desayuno, tomen asiento por favor con esto la mujer procedió a darle un beso en la frente a su hija haciendo que ella sonriera ligeramente.

Sesshoumaru, me alegra que hayan despertado de esa inconsciencia qué los mantuvo cautivos durante más de una semana con esto la mujer le dio un beso en la frente a su unigénito.

La vieja mujer solo observaba expectante de las acciones de la hermosa pareja que yacía sentada frente a ella. Los jóvenes tomaron su almuerzo de manera silenciosa, con movimientos lentos y un mar de dudas en sus cabezas.

...

Señora Chiyo dígame por qué no puedo recordar más después de hablar con aquel Dios.

Jóvenes he permanecido aquí desde el día de su inconsciencia, sus viejos amigos se encuentran trabajando ahora mismo, pero, no duden que ellos volverán. Antes de contestar debemos esperar a mi hermano quién ha ido por un par de objetos qué les pertenecen a ambos.

Así la mañana transcurrió, la joven pelinegra disfrutaba de la compañía de su amado, sus dos adorados hijos y su pequeño hermano. Los infantes corrían sin parar de manera efusiva, jugueteaban el uno con el otro, mientras eran observados con amor y calma por dos pares de ojos, unos dorados y otros azules.

Mamá, mamá bonita, ¿te sientes mejor? preguntaba la pequeña Rin

Por supuesto cariño no te preocupes, siempre estaré a tu lado y nunca los dejaré

Señor Sesshoumaru, tiene el rostro cansado, ¿se siente bien?, preguntó con temor el pequeño kitsune

Shippō llamó el demonio, generando un escalofrío al pequeño, se levantó y cargo al zorrito alejándose del lugar para hablar con un poco de privacidad.

Escúchame, debo decirte que de ahora en adelante puedes decirme padre al igual que Rin, porque también es mi deseo convertirme en ello y como hombres que somos te contaré qué deseo casarme con tu madre.

El pequeño no cabía de la emoción y efusivamente abrazó al de cabellos blancos, este gustosamente lo recibió y respondió del mismo modo, solamente que más calmado, ya que aún le costaba trabajo ser más expresivo. Aquella hermosa e imponente mujer había escuchado la conversación y solo se acercó a su hijo dándole una sonrisa pícara.

La noche llegó y tocaron a la puerta, la mayor de las Higurashi atendió el llamado entrando así el viejo monje.

El anciano entró a la sala dando una reverencia a manera de saludo a todos los que se encontraban presentes.

Buenas noches, mis estimados, me presento nuevamente soy Tsukuyomi, el Dios de la luna.

Nadie cabía de la impresión, absolutamente nadie esperaba que aquel viejo monje que habían conocido en el templo de Rebún era ni más ni menos qué el dios de la luna, el rencor nuevamente inundaba a los dos amantes.

Has tardado en regresar, hermano comentó de manera arrogante la cana

Sinceramente, nadie se había esperado la reacción de la diosa del sol. Todos tomaron asiento en la cómoda sala y comenzó una larga charla para responder aquellas preguntas de Los amantes.

Ahora lo que me preguntaba mi estimado lord, he de aclararle que ese último trato no lo realizó conmigo, fue un con mi hermano aquí presente.

— Al ser de noche para mí era difícil bajar rápidamente a dar una explicación, usted no lo noto, pero la luna desapareció por unos breves instantes. Cabe aclarar que lo que pasó después y lo que es consecuencia de su desconocer, es que usted también aportó su alma para que ambos pudieran renacer. El trato final para esto y calmar sus almas fue que ustedes tomarían nuestro lugar en el reino de los dioses, yo he sido quien intercedió y abogó por ustedes, apelando a nuestros errores como dioses. Si bien es sabido que no debemos cometer errores, al final lo hicimos, no teníamos derecho de lastimar a un ser vivo cuando nuestra principal tarea es cuidarlos, pero al fin y al cabo, teníamos que sacrificar una vida para salvar la de millones; hemos actuado de manera egoísta, creyendo que hacíamos lo correcto; sin embargo, ese fue nuestro mayor error. Finalmente, todos los dioses hicimos el pacto de encerrar para disminuir el poder de la maldad de aquel ser que en la antigüedad poseía a su padre. Todos aquellos que estén y luchen a su lado tendrán el mismo destino que ustedes, reinar en el mundo de los dioses, solo su madre, mi estimado Lord, es la única de nosotros que continuará a su lado.

Ustedes serían los encargados de terminar con nuestra tarea en cuanto eso suceda mi hermano y yo moriremos comentó la decrépita.

Out of timeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora