XI. Almas del pasado

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Época Moderna

Montañas de Rebún

Sólo queda decir que mi mente está más que confundida, no encuentro la salida a estos temores que invaden a mi alma y mente; me siento más ligera que antes, no sé qué sucede después de entregar plenamente mi alma sin temores, algo en mi se rompió cegándome. Sentí demasiado calor en mi cuerpo y solamente atiné a decir que flotaba, pero una voz me hizo recordar algo, no estaba sola, esas simples palabras hicieron que mi corazón se llenara de aquella calidez que tanto añoré durante tanto tiempo.  Firmemente puedo asegurar que todo esto tenía que pasar tarde o temprano, que quizás ese era mi destino, pero nadie lo sabrá, ni yo tampoco, por ahora solo quiero recuperarme y abrir los ojos.

Mientras la azabache decidía si abrir o no los ojos, un poderoso demonio estaba sentado admirado a la joven. La bestia del lord, internamente se removía expresando que tenía sentimientos hacia esa mujer, por el contrario el joven solamente se limitaba a contestar con leves gruñidos indiferentes hacia su bestia, recalcando así que la joven era humana; la bestia estaba en completo desacuerdo, él sabía más que nadie, que después de lo sucedido notó un cambio en la mujer pero no era de demonio y eso lo intrigaba aún más, quería saber más allá de quién era esta joven que lo acompañaba, quería seguir a su lado y descubrir cada uno de sus encantos y secretos, qué ambos sabían que ella desconocía en total plenitud.

La joven azabache recién iba despertando, sentía los párpados pesados, sentía todo su cuerpo adolorido y a la vez ligero, como si un peso le fuese removido mientras dormía. El joven que se encontraba a un costado, posó el dorso de su mano sobre la frente de la joven para revisar la temperatura de ésta; la chica no pudo evitar sonrojarse por tal acto y trató de cerrar los ojos con nerviosismo, el joven se sorprendió por esas acciones y no retiró rápidamente la mano de la joven dejando salir un leve suspiro. —Te revisé la temperatura porque ayer tenías fiebre, mujer— Contestó de mala gana el joven.

—Lo siento mucho Sesshoumaru, he debido ser una carga para ti— comenta con tristeza la joven mientras se sienta sobre la cama  —Prometo esforzarme para ser más fuerte y no causarte problemas— deja salir un respiro pesado cargado de pena.

Los jóvenes se quedan un rato mirándose, comenzando a sentir una calma por el silencio que se formó en la habitación. La joven levantó la mirada y le dedicó una tierna sonrisa al peliplata, para darle a entender que todo estaría bien. El joven le ofreció la mano a la joven para ayudarla a levantar, la joven con un leve sonrojo la aceptó y en agradecimiento le regaló otra de sus más tiernas sonrisas —¡Mía!, quiero que solo sonría para nosotros — Rugió la bestia del poderoso demonio. El daiyoukai trató de controlar a su bestia, cuando un llamado a la puerta  y un adelante sonaron en la habitación, rompiendo la discusión interna del imponente hombre.

—Amo Sesshomaru, señorita Kagome los esperan en el templo. — Entraba a la habitación el sirviente de toda la vida — dejaré este abrigo para usted señorita—reverenció el viejo kappa y salió de la habitación.

El joven ayudó a la sacerdotisa a colocarse el abrigo para que no sintiera el helado clima de las montañas, le corrió el cabello del rostro de la joven y esto causó un gran sonrojo en la joven. Mentalmente el peliplata se recriminaba por sus actos fuera de lugar, pero no podía parar, algo en él lo impulsaba a ser así con la joven mujer, que seguía metiéndose en lo más profundo de su corazón sin permiso alguno, no había nada de especial en ella, se sentía humillado y con su orgullo herido cada vez que ella le respondía con esas pequeñas sonrisas y tiernos sonrojos, había algo que no podía explicar, simplemente hermosa y cálida, esto último era lo que descongelaba a su frío corazón.

Cargó a la joven en brazos y se dirigieron al templo, dónde ya los esperaban los mayores.

Cuando llegó al templo donde lo esperaban los familiares de la joven junto al resto de los miembros de la orden, fueron guiados a tomar asiento; mientras los jóvenes se disponían a tomar asiento en la sala del templo, las puertas del templo se abrieron, dando paso a la gran y poderosa presencia de la imponente youkai, lady Irasue, la madre de Sesshomaru; el joven yokai estaba sorprendido por la llegada de su progenitora, pero no lo demostró. La venerable demonesa sólo se limitó a acercarse a su hijo y tomarlo de la mejilla, dándole una señal de que estaba todo en completo orden, después miró a la joven y la tomó del rostro mostrando una sonrisa ladina; prosiguió su camino y tomó asiento junto al resto de los presentes.

Humanos y demonios en una asamblea, que si bien era crucial lo que se dijera, sería la causa de que los jóvenes cumplieran su misión de vida; todos tenían la mirada sobre los jóvenes y así fue que dio comienzo. 

—Mi gran lord, mi respetable sacerdotiza, me complace tenerlos el día de hoy con nosotros. He de consentir y recalcar que me siento honrado con vuestra presencia. Estoy maravillado con la fuerza de sus almas, ¡oh viejas almas!, que se presentan ante mí, tan poderosas presencias me postro a sus pies, su humilde servidor el monje Fudo— con esto el viejo monje se arrodilló ante el joven.

—Kagome, se que en estos momentos las dudas se acrecentaron en tu corazón, mente y alma, —habló el viejo Higurashi— pero lo cierto es que sus almas son más viejas que las nuestras y eso incluye a su padre, amo Seshoumaru. Sus almas habían sido selladas para que la vida prevaleciera y su poder fuese oculto de la maldad— estas últimas palabras fueron dichas con tal firmeza que resonaron en lo más profundo de los corazones de los jóvenes.

—Mi querida y adorada Kagome, mi linda niñita, deben descubrir su verdad y terminar de romper los sellos de sus almas y revelar la autenticidad oculta de su ser. —habló con ternura la vieja Higurashi— Sus destinos están marcados por su pasado.

La imponente demonesa se levantó de su lugar para posarse frente a los jóvenes y hablar —La verdad oculta en sus almas será revelada en cuanto sus dudas, el orgullo y los miedos se dispersen de su espíritu. Hijo mío has dado un gran paso para comenzar tu camino. Mujer el destino de ambos está en tus manos, ustedes decidirán en su momento si avanzaran o retrocederán, pero recuerden esto un Taisho jamás da su brazo a torcer, sino su cobardía será su propia tumba.  



~Hola, disculpen por no actualizar pronto. He estado ocupada y no he podido escribir. Sigan disfrutando de esta hermosa historia, no olviden compartirla, seguirla y amarla. 

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