Capitulo 22: La mejor medicina

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— De acuerdo, esperaré con Eleanor aquí. Pero no es lo único que me preocupa. Tú no estás bien. Debes ir al médico.

— ¿Que?

— Si, debes ir al médico. No soy idiota y algo te ocurre. Esos dolores de cabeza.... los ojos rojos...

Poniendo los ojos en blanco resopló

— Catalaia, padezco de migraña. Es solo eso, migraña. Estoy bien, ahora por favor..., solo necesito que tú y nuestra hija estén bien. Les he contratado los mejores guardaespaldas de toda Europa. Están a salvo con ellos.

No quería que se fuera. Ahora que había estado a su lado, tan cerca, no quería que nada me separara de él. No toleraba ningún hombre a mi lado, pero Nathaniel era distinto. Era el único que me hacía sentir distinta y tenerlo lejos sería todo un reto para mi. Esa misma noche se fue a Londres dejándome sola con Eleanor y algo en mi interior no dejaba de golpearme constantemente. Agarré el móvil y le marqué a Ellen buscando alguna respuesta al mal que tenía Nathaniel. Ella al escuchar su voz se emocionó de una forma que jamás pensé que reaccionaría. Me sentí bien, querida por un momento y creo que así se debía sentir el ser querida por una madre. O al menos era lo más cercano a ese sentimiento.

— Sabes, no se como explicarlo, pero aunque no se lo que se siente que una madre te quiera, creo que siento algo parecido cuando me hablas de esa manera.

— Cata..., no seré la mujer que te trajo al mundo, pero desde que te conocí, te siento como si fueras mi hija. Me ha dolido tanto lo que te ha pasado..., no tienes idea de cuánto.

Intenté retener las lágrimas lo más que pude. Odiaba mostrarme débil y más cuando quería demostrarle al mundo que a pesar de todo, nada me vencía. Sonreí y dejando caer una lágrima en silencio respondí conmovida.

— Creo tener una idea. Gracias por tu cariño, no sabes cuánto lo necesito en estos momentos. — Secando las lágrimas busqué recomponerme rápidamente. — Te llamo porque siento que eres la única que puede sacarme de una duda. Es respecto a Nathaniel.

— ¿Qué ocurre con él?

— Pues..., es que últimamente tiene unas migrañas terribles. Él trata de esconderlo pero en ocasiones resultan tan fuertes que cae al suelo inconsciente. Jamás lo he visto así desde que lo conozco.

— Pues la verdad..., él no me ha comentado nada sobre esas jaquecas. Lo único que sí he notado es que tiende a olvidar las cosas con más frecuencia. Pero se lo he atribuido al estrés que ha tenido últimamente.

— Ah..., vale. Y..., ¿no sabes si le ha ocurrido algo reciente? ¿O en la empresa tal vez?

— No..., bueno sí..., aunque no tiene que ver directamente con el. Pero leí algo sobre una acusación que se ha levantado en su contra. Si se algo mas, te dejo saber cariño.

Había prometido esperar, pero yo no era mujer de tener paciencia y mucho menos cuando estaba en peligro alguien que amaba. Eleanor se había quedado dormida mirando las películas mientras dibujaba y lo que había dibujado me había llamado la atención. Se había dibujado a ella misma junto a una tortuga y un perrito abajo había escrito «mis amigos» quería que ella tuviera más amigos, que tuviera algo más que lo que conocía como "normal". Había pensado que si empezábamos por ser una familia, si ella me veía todos los días a su lado, junto a Nathaniel comenzaría a sentir que tenía una familia normal y eso le daría más seguridad para desenvolverse ante la sociedad. A veces me preguntaba si tendría que escribir el Google «¿Como ser buena madre?» porque a veces sentía que me reprobaba una y otra vez. Luego de llevarla en brazos hasta su habitación, algo temerosa camine hasta la puerta de la habitación de hotel y al abrirla había cuatro hombres parados fuera, dos de cada lado. Las manos me sudaban, solo de verlos me aterraba aunque su función fuese protegernos. Algo tartamuda dije apenas pudiendo hablar.

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