Conozco la suerte de la luz,
Tengo bastante de ella
Para evitar su resplandor,
Para perfeccionarme a espaldas
De mis párpados,
Para que nada viva sin mí.
Paul Éluard, La Fraîcheur et le Feu
A Geri nunca le faltaban nuevos casos en la clínica donde trabajaba, pero a veces, cuando era necesario, debía visitar a algunos de sus pacientes. Un día, fue a ver al señor Stutzman, cuya hija única, de diecisiete años, se hallaba enferma. Los Stutzman se habían mudado hacía un par de años a unos cinco minutos de los Croizen.
—¿Cómo está, doctora? —dijo David Stutzman, el padre de la niña—. Mina está tomando una ducha, pero bajará enseguida.
Era un hombre distraído, de actitud felina. Tenía el cabello castaño y unos profundos ojos azules. Los ángulos de sus labios, finos y algo crueles, le daban un aspecto desafiante y pueril. Su rostro mostraba un increíble desasosiego: la enfermedad de su hija se había vuelto inmanejable. David invitó a la doctora a pasar a la sala y luego, desapareció en busca de algunas bebidas. Geri miró a su alrededor, el tapiz de los muebles era de seda y en la mesa del centro había un león de madera balsa.
—¿Qué le sucede a su niña? —preguntó Geri cuando David volvió con dos tazas de café. Él quedó pensativo. Tenía la apariencia de un gato trepado en el sillón.
—Verá, Mina siempre ha sido cariñosa conmigo..., pero odia a su madre.
—¿Por qué? ¿Existe alguna razón?
—Desde pequeña fue así. Me seguía a todos lados.
—Es natural a una edad temprana.
—Sí, decía que era mi ángel guardián.
—Y, sin embargo, rivalizaba con la señora Stutzman.
—Es verdad. Recuerdo una noche en la que salí a una fiesta con Susan y, al regresar, vimos que Mina había ingresado a nuestra alcoba. Estaba mirándose en el espejo del tocador y se pintaba con avidez los ojos y la boca. Yo quedé impresionado y mi esposa, contenta. Creía que Mina deseaba imitarla.
—En realidad, intentaba demostrar que era superior a ella; quería reemplazarla.
—Sí. Eso lo sabríamos luego. Mina aprovechaba nuestras salidas para probarse el maquillaje y las joyas de Susan. Solo tenía siete años.
—¿Llegó a prohibírselo?
—Le dije que no necesitaba adornos, pues es muy linda, y ella respondió que iba a casarse conmigo en cuanto creciera.
David se ruborizó, pero Geri lo animó a continuar. Tenía ganas de protegerlo, pero ¿de qué? Hizo esfuerzos por deshacerse de ese sentimiento. Podía estropear la sesión, pensó.
—Recuerdo que la abracé, le dije que más adelante, cuando llegara el momento indicado, iba a conocer a un hombre bueno al que amaría muchísimo, y entonces, ella se puso furiosa. Lloró toda la noche. Al día siguiente, los vestidos y las joyas de Susan habían desaparecido.
—¿Qué hizo la señora Stutzman?
—Fue increíble. Perdió los papeles y golpeó a Mina en mi ausencia. Mi hija quedó alterada. Desde entonces tiene pesadillas. A menudo sueña que entra al escondrijo de una bruja.
Geri escribía velozmente con su letra menuda y pareja sobre un cuadernito de tapas gruesas.
—¿Pidió dormir con ustedes?
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La casa del sol naciente #Wattys2021
ParanormalLa casa del sol naciente pone en escena a Geri y Martin Croizen, una pareja de hermanos huérfanos que habitan, casi recluidos, una casa situada al borde de un frondoso olivar en la imaginaria localidad de Salem. Psicoterapeuta endurecida por la pérd...