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Carl miraba a Cameron y a Michonne, quienes estaban entrando a la cocina, mientras reía.
La mujer había llegado el día anterior, ambos niños estaban extremadamente felices por eso.
Esa mañana la mujer había lavado su camisa, junto a la blusa de Cameron, ya que estaban llenas de sangre, por lo que ahora Michonne vestía con una camisa blanca de vestir, que le quedaba enorme, y la niña vestía con una camisa de Radiohead, que había encontrado en la habitación de la casa, que parecía ser de un adolescente, donde ella y Carl habían dormido la noche anterior.
—¿Tienes algo que decir sobre nuestras increíblemente cómodas y atractivas nuevas camisas? -preguntó la mujer, mientras Cameron servía su desayuno.
—No, no. Se ven genial. –aseguró el niño, aún con una divertida sonrisa.
—Lo dices como si no nos viéramos genial siempre. —Habló Cameron, viéndolo.
-Porque nunca lo hacen. -bromeó, haciendo que la niña le tirara unos trozos de cereal, haciéndolo reír.
Cameron se fue a sentar al lado de Carl, Michonne estaba sentada al frente de ella.
Luego de unos minutos de estar comiendo, la mujer habló.
—¿Saben qué sería genial?, leche de soja.
—Me das asco. –susurró la niña de inmediato.
—¿Nunca lo han probado? –preguntó la mujer, Cameron solo negó.
—Yo tuve un amigo en la escuela que era intolerante a la lactosa. –empezó a contar el niño, con una sonrisa. —Así que llevaba leche de soja a la escuela, y una vez la probé.
—¿Y? –preguntó la mujer.
—Vomité.
—Estás mintiendo. –negó Michonne con una sonrisa, mientras Cameron reía.
—Bueno, bueno. Casi vomité.
—No puede ser tan malo. –Habló la niña, viéndolo.
—Fue muy malo. Preferiría tomar leche en polvo antes de tomar eso de nuevo. ¡Preferiría tomar la fórmula de Judith antes de...!
Los tres se quedaron en silencio al escuchar el nombre, como si se hubieran paralizado, o como si hubieran regresado a la realidad, recordando todo lo que había pasado.
Carl recordó el asiento de su hermanita, que había visto vacío, ensangrentado.
No eran una familia bromeando en el desayuno, de hecho, ni siquiera sabían si el resto de ellos estaban vivos, no estaban todos, habían perdido a su gente, se sentían rotos.
Carl se levantó de su asiento.
—Iré a terminar de leer mi libro. –susurró, claramente estaba mintiendo.
Y salió de la cocina.
—Iré con él. -murmuró la niña, la mujer asintió comprensiva.
Cameron se levantó de la mesa y subió al segundo piso, dirigiéndose hacia la habitación que él había tomado.
Al entrar, Carl estaba ahí, con el rostro mojado de lágrimas, y se notaba que estaba intentando calmarse, hasta que vio a Cameron.
Rápidamente se acercó a ella, aferrándose a ella con fuerza, sin lastimarla, ella lo abrazaba también, acariciando su cabello suavemente, mientras escuchaba sus sollozos en su hombro.
Ella se mantuvo abrazándolo, quería hacerlo sentir protegido, quería que él supiera que no estaba solo.
No quería que él se sintiera como ella se sentía.
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