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-Me encantaría saber por qué estamos aquí. -pidió Dixon, mientras caminaba junto a Carl. -No pienso morir por tus ideas raras.
-Tú no debes hacer nada, tranquila, no te traería a arriesgar tu vida. Yo haré todo.
-¿Entonces por qué me trajiste?
Ambos niños estaban de pie frente a una cafetería, viéndola.
-No quería que estuvieras sola con el amigo loco de mi papá. O con Michonne.
La niña rio suavemente, mientras escuchaba el gruñido de la mujer, que estaba un par de metros detrás de ellos.
Carl se acercó a las sucias puertas de vidrio, intentando ver hacia adentro, y trató de abrir la puerta.
Pero Cameron lo detuvo.
-Ni se te ocurra.
-Te dije que yo haría todo.
-Si entras ahí solo...
-Necesito entrar.
-No, no necesitas. Está lleno de caminantes. ¿Qué dijimos de hacer estupideces?
-¡Jódete, Cameron, déjame entrar!
-¡No me hables así, imbécil!
-¡Hey! -llamó Michonne. -Basta, los dos.
La niña seguía viendo a Carl, con molestia.
El niño empezó a caminar lejos de ambas, Michonne caminaba detrás de él, Cameron se había ido hacia otro lado.
-¡Hey! -se oyó la voz de la mujer hacia el niño, este volteó a verla.
-No vas a impedir que lo haga.
-No vas a impedir que te ayude. -avisó. -Solo espera aquí.
Carl vio cómo la mujer se iba unos minutos, mientras él estaba frente a la cafetería, mirando al rededor, casi esperando a que Cameron volviera.
Luego de un rato, Michonne regresó, con dos trampas, que tenían dos ratas dentro. Era lo que Morgan usaba para atraer a los caminantes a los palos que tenía en todo el lugar.
Michonne tiró las dos trampas dentro del lugar, para así atraer a los caminantes a un solo punto, mientras ellos entraban en silencio.
Ambos caminaron hasta la parte de atrás de la pequeña cantina del lugar, pero al llegar, ya había alguien ahí.
Cameron estaba dentro, apuntándoles con el arco, que bajó de inmediato al ver quiénes eran.
La niña estaba guardando botellas en su bolso, de lo que parecían ser diferentes tipos de alcohol.
Ninguno de los otros dos dijo nada, la niña siguió guardando botellas.
Carl por su parte, estaba ahora sobre una silla, tomando un marco de foto que estaba colgado arriba.
Cuando el niño bajó, Michonne le hizo una pequeña señal a Dixon, quien cerró su bolso, para empezar a caminar con ellos hacia la salida.
Hasta que vieron en el suelo como una de las ratas, que debía estar en una trampa, caminaba hacia ellos.
Al levantar la mirada, ya los caminantes estaban ahí.
La mujer, junto a los dos niños, empezaron a correr rápidamente hacia el lado contrario, yendo a la cocina.
Pero otros caminantes estaban saliendo de ahí.
Carl rápidamente le disparó a uno, que se estaba acercando mucho, y los tres siguieron corriendo, de regreso a la entrada principal.
Los tres salieron de la cafetería, cerrando la puerta detrás de ellos.
Pero el marco de foto se había caído.
-Debo regresar. -avisó Carl, pero la mujer no hablaba. -¡Es lo único que queda!
Cameron lo veía sin entender, Carl intentó abrir la puerta, pero Michonne lo detuvo.
-No así. Mira, no te conozco, lo entiendo. Pero hazme un favor, quédate justo aquí.
-Puedo ayudar...
-¡No!, basta de estupideces...
-Como si fuera tan fácil que Carl hiciera caso. -susurró Cameron con cansancio.
Michonne la volteó a ver.
-Tú cuídalo, ambos quédense aquí.
Y se fue.
Los dos niños estaban recostados en las puertas, en caso de que se abrieran.
Se mantuvieron en silencio unos segundos, hasta que Carl habló.
-¿Por qué las botellas?
-Por si me aburro. -mintió la niña. -¿Qué es el cuadro?
-Algo importante. -se encogió de hombros.
-Aún debemos ir por la cuna de Judith. -recordó Cameron, Carl solo asintió.
Y vieron a Michonne regresar.
La mujer le entregó el cuadro a Carl.
Y ahí Cameron lo observó bien.
Era una foto de Rick y Lori, y un, aún más pequeño, Carl.
-Creí que Judith merecía saber cómo era su madre...
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