Capitulo 5: El pasado en el presente

Start from the beginning
                                    

— ¿Por qué no fuiste a la empresa hoy?

— No me sentía bien.

— ¿Te sucede algo?

Dejando caer el tenedor sobre el plato respondió con sarcasmo.

— Todo bien, solo es que pensé que la única ropa de mujer en esta casa sería la mía.

— ¿De qué hablas?

— No te hagas el idiota. Sabes muy bien de lo que hablo.

— Eleanor ve a tu habitación. — Pedí enojado

— Pero papi...

— ¡Que te vayas a tu habitación!

Eleanor con la cara tristona se fue a la habitación y yo solo estaba conteniendo el enojo para no perder la cordura con Roxana.

— ¿Quién demonios te dio autorización para entrar en esa habitación?

— ¿Ahora necesito permiso? ¿Joder pero que coño soy en esta casa? ¿Acaso sabes cómo me sentí al ver que todavía tienes la ropa de esa mujer en tu
habitación?

— Esa mujer fue mi esposa, la madre de mi hija. No tengo porque darte explicaciones de que hago o dejo de hacer con su ropa y sus pertenencias.

El rostro de Roxana estaba más que enojado. Realmente no podía lograr desifrar que era exactamente lo que sentía en aquel momento. Era un imbécil, lo sabía y aunque intentaba no serlo, siempre terminaba lastimándola aún sin intención. No tenía idea de que hacer para que se sintiera a gusto y mucho menos tenía idea de cómo hacer para que Catalaia dejara de interrumpir mi vida y mi corazón.

— Estoy harta, ya no se si te amo o solo soy una masoquista que le dicen de mil formas que no la quieren y aún así se queda.

— Roxana, nunca ha sido mi intención lastimarte.

— Lo haces, a cada instante. Cada vez que me rechazas. Me humillas cada vez que estoy frente a ti desnuda y no te provoco nada. Entonces me pregunto, ¿Qué significo para ti? Porque para tener sexo no tienes que amarme y ni siquiera eso te provoco.

— Es mucho más complicado.

Azotando la mesa respondió enojada entre lágrimas.

— No, no es complicado. Es mucho más fácil de lo que parece. Me tienes aquí como el clavo que saca al otro. Me tienes aquí para darle una madre a tu hija huérfana. Me tienes aquí para intentar olvidar. No sientes nada por mi, se nota a leguas.

Apretando mis manos tan fuerte que mis nudillos se emblanquecieron, suspiré profundamente sin saber muy bien qué palabras usar para responderle.

— Eso no es cierto. Sí siento por ti.

— ¡Ya deja de mentir! Ayer me levanté en la madrugada por un vaso de agua y ¿sabes con lo que me topé? Tenías una erección, tan dura..., hinchada y caliente que no pude evitar tocarte. Incluso pensaba en sentarme sobre ti y aprovechar aquella anomalía pero en ese mismo momento todo se fue a la mierda. No me tocas, no se te para la polla al verme pero nada más sueñas con la muerta y es instantáneo el que se te pare. Balbuceabas su nombre con tanto deseo que podría jurar que nunca has sentido nada parecido conmigo.

Me quedé sin habla. Realmente no tenía idea de qué responder. Era cierto, más que cierto lo que Roxana decía. Me sentía terriblemente mal cuando soñaba que le hacía el amor a Catalaia. Primero porque no era correcto y segundo porque se supone que estaba intentando una nueva junto a Roxana pero a veces dudaba si sería capaz de sentir una cuarta parte por Roxana de lo que sentía por Catalaia. No tenía subterfugio ni defensa. Tenía frente a mí a una mujer sufriendo y no tenía forma de aliviar ese dolor. Creo que no tenía forma de aliviar el dolor a nadie. Por culpa mía Catalaia no estaba conmigo, desde que la conocí la expuse al peligro, mi amor terminó por llevarla a la muerte. Y ahora tenía una mujer enamorada de mi a la cual no podía corresponder porque mi corazón seguía encaprichado con Catalaia.

Catarsis Where stories live. Discover now