Una Pareja Imposible

6.- Hogwarts, escuela de magia y hechicería

Con desdén, Severus espetó secamente:

– Con todo respeto Director, hasta la fecha no ha expresado ninguna preocupación por la salubridad de las habitaciones de la Casa de Slytherin... y son más de 60 alumnos los que se alojan ahí entre todos los cursos... desde el siglo XI.

Ante la ausencia de palabras del boquiabierto director, Severus añadió cortante:

– Yo mismo llevo residiendo en esos emplazamientos más de... 20 años. Son algo más fríos que el resto del castillo en verano, pero nada que unas buenas chimeneas no puedan resolver.

Y sin aguardar más respuesta, Severus se levantó y Evans le siguió con un cierto resorte en los pies, alcanzándole y situándose de inmediato a su lado, donde el hombre puso su mano casi de forma refleja en su hombro, sin dejar de avanzar. Al salir al corredor, Evans murmuró cansadamente:

– Me duele mucho la cabeza, Sev. ¿Es que no puede dejarme en paz?

HP&SS

Los elfos habían trasladado todas las pertenencias de la pareja a sus habitaciones. Aunque fabulosa, la magia también tiene sus límites, y no podía ampliar infinitamente el espacio inicial disponible. Con lo cual, para poder tener dormitorios independientes, tenían que sacrificar de otro modo su intimidad. Severus no quería renunciar a la diminuta cocinilla escondida en un armario de suelo a techo... era para él un confort necesario poder prepararse manualmente un té o un café a su gusto en cualquier momento. O eludir el comedor (y a Albus) para un bocado rápido. Y su laboratorio personal ya demandaba gran cantidad de espacio.

Así que acabaron compartiendo una bastante espaciosa sala de estar y el baño. Con espacio para que cada uno pudiese tener su escritorio de trabajo, una encimera abatible para comer si era necesario y un gran sofá delante de la chimenea. Las paredes de los dormitorios estaban cubiertas de paneles de madera de múltiples tonalidades, con estantes en un sector de ellas. Tenían cada uno un gran armario vestidor, y el baño era accesible tanto desde los dormitorios como desde la sala, y estaba equipado con mamparas de cristal al ácido para permitirles mantener la intimidad. Harry instaló en el robusto sofá la manta de lana que le regalaron los habitantes de Prince Hall, mullida, suave y confortable, y Severus mandó situar nuevas alfombras de piel en toda la sala, sobre el viejo entarimado encerado de madera flotante, insistiendo especialmente en colocar cálidas y suaves pieles de oveja en los dormitorios. Hedwig fue a la lechucería, aunque su percha se instaló en la sala y Ash acabó con su terrario en el nuevo dormitorio de Evans.

Evans (así es como prefería que le llamasen) se quedó boquiabierto ante la magnífica librería de la escuela. Y procedió a perderse en sus más recónditos rincones, buscando títulos interesantes entre los innumerables volúmenes. Aunque Severus no le dejó pasar todo el tiempo encerrado en ella. Tenía que familiarizarse con el castillo, y aunque su memoria facilitaba mucho las cosas, necesitaba hacer al menos un recorrido guiado por el mismo y sus terrenos adyacentes.

Las mazmorras de Slytherin, las torres de Gryffindor y Ravenclaw, el sótano junto a las cocinas de Hufflepuff, las diversas clases... Evitar al Director se convirtió en una necesidad. El hombre no hacía sino importunarle con preguntas... llegando incluso a intentar legilimancia con él. Aunque gracias a Severus, Evans tenía unas excelentes defensas, inusuales pero efectivas. Su organizada mente (a Severus le recordaba mucho a la Biblioteca Británica) estaba bien fortificada, y su mayor y mejor defensa era la nube de fragmentos de recuerdos aparentemente inconexos y banales que ahora rodeaban conscientemente su mente y emociones, creando un aparente torbellino de pensamientos.

Cualquier intento de encontrar algo (incluso el camino de acceso a los recuerdos y memorias protegidos) en semejante caos era fútil, y además creaba la falsa sensación de una mente desprotegida, permitiendo que Evans fuese consciente de la intrusión... y su asaltante creyese tener éxito.