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Un quejido de angustia se le escapó a YoonGi por tercera vez, mientras intentaba envolverse con su cobertor para pretender que tenía la capacidad de volver a dormir.

Definitivamente no podía, tan sólo imaginar a JiMin con su pose de espera en medio de la pista le generaba estragos dolorosos en el estómago.

—¡No soporto esta sensación de culpa! —Le gritó a la nada, levantándose y sentándose sobre sus tobillos.

Después de que JiMin tratara cuidadosamente sus pies a costa de su vergüenza YoonGi simplemente se marchó con la cara roja yendo a su recámara con la intención de seguir trabajando en la pista, rechazando secamente las invitaciones de su entrenador a tomar un baño en las aguas termales o su compañía para componer. Se con un portazo y podía recordar con una claridad no deseada la expresión confusa de JiMin antes de que la puerta se interpusiera en ese momento tan incómodo.

¿La cereza del pastel? Lo dejó plantado en la pista. Era un malagradecido o un cobarde, o amabas. Sí, estaba seguro de que era una mezcla repugnante de las dos.

El taconeo de unos zapatos sobre el piso de madera le anunció que alguien se acercaba. Ah, reconocería esos pasos certeros dónde fuera.

La puerta de su alcoba se abrió de golpe, era hombre muerto. Estaba listo para oír los insultos por lo malagradecido-cobarde que era.

—Buenos días, YoonGi —No esperó para nada el tono amable que usó JiMin en su voz. YoonGi se asustó volviendo la cabeza lentamente a la figura de JiMin, encontrando su sonrisa plena y suave, ¡eso no era para nada normal, era tétrico!—. Vayamos al mar.

—S-sí.

Apenas su voz salió del susto.

[⛸️...]

—No pensé que viajaríamos hasta Busán.

Comentó YoonGi después de un largo momento de viaje sin hablar. Intentando desabrochar un poco el cinturón de seguridad que llevaba ya un buen rato aplastando su estómago. Se movió inquieto sobre el asiento de copiloto porque al hablar JiMin le dio una largada mirada y tener su atención sin que desviarla era exhausto.

Holly sacaba el hocico por la ventana en los asientos traseros

—Dijiste que me llevarías. —Contestó JiMin en defensa, dándole un vistazo rápido al GPS y girando el volante. YoonGi apreció el esfuerzo que hacían sus manitas para hacer el movimiento y contuvo una sonrisa boba que amenazaba.

—Sí, pero... Con anticipación

Farfulló acomodando los lentes que se resbalaban despacio por su tabique nasal.

—Hoy parece ser un buen día.

Respiró muy hondo. Sus esfuerzos para ignorar y evitar a JiMin se derrumbaron con el mínimo esfuerzo. Si YoonGi no quería atraparse con sus múltiples encantos, debía mantenerse apartado o construir un muro reforzado, lo que acaba de calificar como imposible.

YoonGi solo era YoonGi. Entre más lo mirase JiMin, creía que más defectos encontraría en él. Después de todo, NamJoon parecía tener razón.

Y quería reclamarle a su madre por ser tan traidora. Por accidente escuchó su conversación dónde JiMin deseaba salir y el azabache estuvo a punto de convencerlo argumentando que no encontrarían boletos de tren en tampoco tiempo. Ahí entró la señora Min diciendo amablemente: "Puedo prestarles mi auto para que viajen a Busán." No quedaba lejos y el pequeño coche de su madre recibió mantenimiento recientemente gracias al dinero extra que ganó por los camarógrafos y fanáticos que JiMin trajo consigo.

YoonGi on Ice! [JimSu]Where stories live. Discover now