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Holly movió su patita alejando una pesadilla entre sueños, removiéndose inquieto. YoonGi soltó un quejido cuando el poodle le empujó hasta la orilla del colchón. Últimamente, era desplazado de su cama con tanta facilidad que el perro respiraba y él dejaba de ser el dueño.

Con mucho esfuerzo estiró el brazo torpemente hacia su comida dando con su móvil. Una vez que lo sintió, lo tiró hacia él, gruñendo cuando la entrada del cargador hizo un leve crujido.

Llevó la pantalla hacia sus ojos y entre sueños algo se aclaró. Domingo, 7 de mayo. 20:50 am...

¿20:50? YoonGi tenía que hacer algo hace cincuenta minutos pero realmente no podía recordarlo. Estuvo a punto de volver a acurrucarse porqué era demasiado temprano para estar despierto a esa hora un fin de semana, hasta que lo recordó.

Oh, no.

Gritó, despertando a la mascota de JiMin de su pacífico sueño. Holly, lo miró cambiarse la ropa veraniega que usaba para dormir, con la misma velocidad de un tornado. Se acercó y no pudo evitar mover su rabito peludo a los lados pensando que le mimaría. Los mimos matutinos de la mano de YoonGi siempre eran lo mejor y si pudiera hablar le diría a JiMin lo mucho que le gustan y debería probarlos. Su ilusión se rompió cuando percibió a YoonGi tomar su teléfono entre balbuceos incoherentes y abandonar la habitación de un portazo. Gimoteó triste al verlo partir sin él.

Su casi segundo dueño ni si quiera reparó de su existencia y corrió tan rápido como le permitieron sus piernas delgadas hacia la pista de hielo, hiperventilando en el camino.

—¡Perdón! ¡Me quedé dormido! —Le explicó exaltado a la figura de espaldas de JiMin, abriendo las puertas de cristal directo a la pista de par en par. JiMin no se movió por un instante y YoonGi pensó que en cualquier momento estallaría contra él—. D-disculpa...

El ruso pronto se volvió hacia su estudiante, sonriendo tan encantador como siempre lo hacía.

—Buenos días, YoonGi. Solo Aeroflot* me hace esperar tanto como tú—comentó sin una pizca de sarcasmo y sin deshacer su gesto amable. Angustiado YoonGi se lanzó hacia él arrodillándose en el directamente en el suelo, juntando sus manos en forma de rezo casi besando el frío hielo. Repitiendo "¡Lo siento mucho, lo siento mucho!" torpemente. JiMin le aplaudió entusiasmado—. Oh, el dogeza* coreano.

—¡Ah, de verdad lo siento...!

El mayor, se llevó su dedo índice hacia sus abultados labios, pensativo. YoonGi le observó desde lugar, la impotencia que emanaba al hacer un gesto tan natural y común hizo que algo dentro de él cosquilleara con ímpetu.

Después de la competencia entre Nochu y su repentina desaparición, las cosas fueron claras, JiMin se quedaría en Taebong para entrenar a YoonGi.

Pero para él, eso era irreal.

Desde su llegada a Taebong, despertaba casi todos los días exaltado, corriendo al cuarto de banquetas remodelado al gusto de mayor, inclinando la cabeza entre la diminuta rendija entre la puerta y la pared, ahí vislumbraba las pertenencias de JiMin o a él mismo. Era la única manera que lograba que su corazón pudiera calmarse, YoonGi con su ritmo cardiaco regularizado tomaba su común andar perezoso. Los únicos amaneceres dónde no tenía que hacerlo, era en los que abría los ojos con el perro invadiendo su espacio personal, le recordaba que JiMin no se marcharía sin Holly.

Y YoonGi no lo sabía, pero esa sensación de ansiedad aumentó desde que entre la broma seca y sin gracia JungKook se burló de él.

—El descanso forma parte del trabajo. Sería mejor si durmieras durante la noche, como debe de ser. —Mencionó JiMin sin abandonar su postura reflexiva, observándolo seriamente. YoonGi apenas prestaba atención a su análisis, más sumido en sus reflexiones y la presencia ante él

YoonGi on Ice! [JimSu]Where stories live. Discover now